Memoria y olvido

Publicado: 17/05/2018
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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No es justo que unos sean una página del pasado, algo que no hay que remover, y otros llama viva y permanente
Cuando te has acostumbrado a que los telediarios no arrojen más que basura, corrupción, guerra y muerte, ver una noticia como la definitiva disolución de la banda terrorista ETA es una bocanada de aire fresco. Doy gracias cada minuto porque se hayan disuelto como un terrón de arsénico en el océano que constituye una sociedad amante de la paz y la democracia.

No podemos olvidar a ninguna de las víctimas de los horrendos actos cometidos, como tampoco olvido las palabras de Alejandro Rojas Marcos en el Parlamento, resonando en defensa de los andaluces asesinados. No olvido las manifestaciones, los minutos de silencio, la angustia y el miedo, los lazos negros y las manos blancas.

Pero hay más cosas que no debemos olvidar. No podemos borrar de la memoria a quien llamó a ETA “movimiento de liberación del pueblo vasco”, a los que mintieron ante el mayor acto terrorista de nuestra historia para usar la pena y el llanto como armas electorales, así como tampoco debemos dejarnos engañar ante las vacías bravatas de un partido que asegura que jamás dejará en el olvido a las víctimas del terrorismo, cuando hacen todo que está en su mano por enterrar a otras. Otras que también murieron defendiendo la libertad, por tener ideas distintas a la de la mano que les arrancó la vida. Porque el tiro en la nuca no se diferencia en nada del paseíllo y del fusilamiento, y todos merecen el mismo reconocimiento, el mismo esfuerzo en preservar su memoria por parte de aquellos que han de gobernar para todos.

No es justo que unos sean una página del pasado, algo que no hay que remover, y otros llama viva y permanente; no es recto ni moral que unos anden perdidos en cunetas, abocados a una negativa tras otra para ser encontrados, por los mismos que erigen monumentos, levantan placas y erigen héroes, cuando todos lo son. Porque no hay ideología que pueda anteponer la vida humana a un pensamiento.

No olvidemos a nadie, ni permitamos que la Historia vuelva a ser escrita en renglones torcidos. Porque la memoria es la que nos hace avanzar y  no tropezar en la misma piedra una y otra vez hasta convertirla en gravilla. Porque no hay mayor homenaje que el recuerdo emocionado. Porque no hay mayor ultraje que el olvido deliberado.

 

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