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Sully

Aunque se eche de menos al Clint Eastwood fresco, retorcido e innovador de Mystic River (2003) y se confirme definitivamente su acomodamiento en el academicismo

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¿Qué define a un héroe? En el cine actual, y sobre todo a través del fantástico, se ha abordado esta pregunta desde numerosos frentes: Christopher Nolan nos mostró la capacidad de sacrificio de Batman en El Caballero Oscuro (2008); Joss Whedon consiguió humanizar a Los Vengadores en La Era de Ultrón (2015) a través de la culpa; e incluso M. Night Shyamalan abordó de manera más realista la responsabilidad como destino en El protegido (2000). ¿Pero qué pasa cuando trasladamos esta cuestión a la ficción basada en hechos reales?
El Vuelo 1549 de US Airways perdió sus dos motores al poco tiempo de despegar del Aeropuerto Internacional de La Guardia por un impacto con aves a una altitud aún muy baja. Que aquel 15 de Enero del año 2009 no quedase marcado por la tragedia se debe, especialmente, a un héroe: Chesley “Sully” Sullenberger.
No es de extrañar que Clint Eastwood, empeñado durante la última década en retratar desde el plano individual la complejidad de la sociedad norteamericana contemporánea, se propusiese llevar a la gran pantalla el libro de Jeffrey Zaslow sobre la impresionante hazaña del piloto estadounidense, pues, a priori, conecta a la perfección con la precisión narrativa que ha adquirido el octogenario director a lo largo de su extensa filmografía, quien además, aprovecha la carga emocional inherente a la historia para conmover a una sociedad norteamericana que –ahora más que nunca– está necesitada de heroicidades.
Pare meterse en la piel de un héroe patriótico y bonachón como Sully, no había mejor opción que la presente, un Tom Hanks que recientemente demostraba el obrar extraordinario de los hombres sencillos en El Puente de los Espías (2015) y que encaja a la perfección en la diligencia y el buen hacer que demuestra su personaje en la profesionalidad de sus decisiones y en el arrojo que exhibe al enfrentarse a toda clase de juicios mediáticos y corporativos.
Y es aquí donde descansa la mayor virtud de Sully como película, en su retrato del héroe como aquel que no solo se atreve a tomar la decisión correcta cuando todos los demás titubean, sino que además acarrea con toda la avalancha de consecuencias, críticas y dudas que devienen de la misma con implacable humildad y valeroso coraje.
Aunque se eche de menos al Clint Eastwood fresco, retorcido e innovador de Mystic River (2003) y se confirme definitivamente su acomodamiento en el academicismo complaciente y estimulante, no podemos negar que su cine sigue funcionando como producto sólido y fiable a la hora de utilizar personajes de gran calado en la historia reciente de su país para reflexionar sobre cuestiones como la que en este caso aborda: la naturaleza del héroe sin capa.
Para leer más sobre cine puedes visitar mi blog https://elmurodedocsportello.wordpress.com

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