La renuncia se hizo patente la semana pasada, justo antes de que comenzaran las lluvias, lo que permitió que su marcha pasara en cierta medida desapercibida, aunque la misma empieza a ser un clamor dentro del propio Ayuntamiento, hasta el punto de que desde hace cinco días no coge el teléfono, aunque la versión oficial señala que se ha ido de viaje con su familia a visitar a unos parientes que están pasando por problemas médicos.
Dado que no se quiere hacer oficial, no existe una justificación que explique la medida, aunque la clave de esta decisión está en las discrepancias que tenía con la alcaldesa, Pilar Sánchez, por la política de comunicación del Ayuntamiento, que debería haber iniciado un cambio con su llegada a la delegación, pero que en los últimos meses se había quedado estancada en las formas de antes de su aterrizaje en el Gobierno municipal.
Incluso, según distintas fuentes, se reconoce que en los últimos tiempos la relación de Aramburu con la alcaldesa no pasaba por sus mejores momentos, con más de un desencuentro que habría provocado que el todavía oficialmente delegado tomara la decisión de dejar el cargo, al que accedió en la última remodelación gracias a la aplicación de la Ley de Grandes Ciudades, ya que él no fue en las listas del PSOE.
Sin embargo, Aramburu es un “hombre del partido”, como lo han calificado algunos de sus compañeros de Corporación, hasta el punto que pertenece a la ejecutiva local en calidad de secretario. Precisamente este carácter de ‘partido’ es el que ha llevado a una parte del Gobierno a pedirle que continúe y, sobre todo, para no dar una impresión de una nueva crisis interna.