La represión de las autoridades acaba con la vida de trece personas, según unas versiones, y de diez, según otras.
El funeral en Qamishli (noreste de Siria) por el líder opositor kurdo Mashaal Tammo, asesinado el viernes, se convirtió este sábado en una masiva demostración de ira y rechazo al régimen de Bachar al Asad, y acabó en un nuevo baño de sangre con víctimas civiles.
La acción represora de las autoridades acabó con la vida de trece personas en todo el país, según los Comités de Coordinación Local, aunque el también opositor Observatorio Sirio de Derechos Humanos rebaja esa cifra a diez.
El asesinato de Tammo ha marcado un punto de inflexión en la estrategia de hostigamiento del régimen, al ir dirigido contra un líder opositor y además de la minoría kurda, a la que el Gobierno había intentado hasta ahora no involucrar en las protestas.
La rotunda condena de Estados Unidos o la Unión Europea hacia este crimen evidencia que no se trató de una muerte más, como también dejaron de manifiesto las multitudinarias manifestaciones en el norte de Siria para denunciar el asesinato.
Según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos, hasta 50.000 personas participaron en las exequias por Tammo, en las que se corearon consignas contra Al Asad, que fueron detenidas de forma abrupta por los disparos de las fuerzas de seguridad, que mataron a cinco personas.
Una huelga general paralizó las ciudades de mayoría kurda en el noreste de Siria, y las compañías de transporte, así como los comercios, celebraron un paro general en señal de luto e ira por el asesinato.
Los manifestantes se enfrentaron con las fuerzas de seguridad en la ciudad kurda de Amuda, donde echaron abajo una estatua del fallecido presidente sirio Hafez al Asad, padre del actual dictador.
En esa misma localidad, sus habitantes instalaron barricadas en la avenida principal y las calles aledañas para impedir la entrada de las fuerzas del régimen.
Tammo era un carismático activista y político que ya había sobrevivido a otro intento de asesinato el pasado 8 de septiembre, solo tres meses después de salir de la cárcel, donde pasó tres años por su activismo por la democracia.
Además de fundar el Movimiento Kurdo por el Futuro, el activista era miembro del Consejo Nacional Sirio -que aglutina a los opositores a Al Asad- y en algunos círculos se barajaba su nombre como posible secretario general de esta coalición.
El hijo de Tammo también resultó herido en el atentado, así como la activista Zahida Rashkilo.
Además del castigo a los manifestantes de Qamishli, las tropas de Al Asad se desplegaron en torno a la rebelde ciudad de Homs (centro), donde este sábado murió un joven y donde han perecido un tercio de los 3.000 muertos civiles desde que comenzaron las protestas, en marzo pasado.
Los vecinos de Homs, cuyas tiendas aparecían este sábado cerradas, temen una inminente acción militar sobre la ciudad, similar a la que ya sufrió esta localidad en agosto o la de Hama a comienzos de ese mismo mes.
En Duma, en las afueras de Damasco, tres personas murieron, una de ellas por las heridas sufridas el viernes, mientras que en Dumair, en la misma zona, perdió la vida otro joven mientras permanecía arrestado por la policía siria.
Mientras, en Hama fallecieron otras tres personas por la represión de las fuerzas de seguridad y de los "shabiha" (milicianos leales al régimen), según los grupos de oposición.