Las dos primeras cofradías que la lluvia ha permitido que Sevilla pueda tener Domingo de Ramos ya enfilan su camino a la carrera oficial, con veinte minutos de prórroga, por lo que los pasos aceleran a golpe de tambor un recorrido en el que se ha volcado Sevilla entera, después de ver cómo La Paz, Jesús Despojado y La Cena decidía no realizar su estación de penitencia, y La Hiniesta, que si se atrevío a desafiar la lluvia, tuvo que volverse a su templo. La Amargura decidió realizar su penitencia y la misma decisión adoptó El Amor, cofradía ésta con la realizó su salida La Borriquita, ofreciendo una imagen muy poco común: la hermandad de los niños bajo la luz de las estrellas.
Las previsiones meteorológicas se cumplieron. Ni la mañana ni el medio día dejaron dudas: la lluvia hizo su presencia, con chaparrones intermitentes, algunos fuertes, que hicieron que la primera hermandad no tuviera dudas. Ante la incertidumbre, La Paz decidía no realizar su estación de penitencia, mientras poco después era La Borriquita la que apostaba por esperar a la noche para decidir si procesionaba junto al Amor, la última hermandad en salir del Domingo de Ramos.
La Cena tomaba la misma decisión que La Paz en medio de chubascos intermitentes que parecían que no iban a finalizar. Ni las mejores previsiones, que auguraban que sobre las cuatro y media de la tarde se reducirían las posibilidades de agua, convencieron a la Hermandad. No hizo lo mismo La Hiniesta, que desafió completamente a la lluvia y decidió confiar en las mejores previsiones. A las cuatro y diez estaba su cruz de guía en la calle. Pero San Julián se quedó sin ver a su Cristo de la Buena Muerte, ya que un espeso manto de lluvia inundó la ciudad. Así de imprevisible es la primavera.
Casi al mismo tiempo, la cofradía de Jesús Despojado decidió no realizar su estación de penitencia ante el desconsuelo de sus fieles agolpados en los alrededores de la Capilla de Molviedro. De haber salido, habría modificado su recorrido por la calle Zaragoza para llegar antes a la carrera oficial.
La tarde transcurría con el sentimiento de que Sevilla se iba a quedar sin Domingo de Ramos, esperando las decisiones de San Roque y La Estrella, que retrasaban una y otra vez su decisión, a tenor de las previsiones que situaban en las seis de la tarde un cambio en la meteorología, cambio que no llegaba, con chubascos intermitentes, entradas y salidas a los templos, con nazarenos formados junto a sus iglesias, cayendo chuzos de punta mientras las críticas se situaban en Triana en la parroquia de San Jacinto, que no había abierto sus puertas para acoger a los hermanos (y vecinos) de La Estrella.
En ese impás, interminable para hermanos y cofrades, interminable en las lluvias, con arco iris incluido, era San Roque la primera en decidir. Hacía su estación de penitencia. Entre aplausos y lágrimas, la Hermandad se recomponía, con veinte minutos de retraso aprobados para cumplir el paso por carrera oficial para todas las que hicieran su estación de penitencia. Casi al mismo tiempo que se conocía la decisión, Los Negritos abrían sus puertas para darles el saludo. El Señor de Las Penas salía de su parroquia a paso ligero, a ritmo de tambor para cumplir el horario, seguido por la Virgen de Gracia y Esperanza. Ya había Domingo de Ramos en Sevilla.
Pocos minutos después, era La Estrella la que decidía hacer su estación entre aplausos y vítores de una Triana que se había volcado en la hermandad. La Estrella es valiente pero no inconsciente, habían dicho minutos antes. Pero la valiente decidía salir, sus nazarenos empezaban a andar mientras pequeñas gotas todavía caían del cielo tras la Cruz de Guía que enfilaba el Altozano, camino de Sevilla. Con la salve de fondo cantada por la banda, iniciaba su recorrido el Señor de las Penas: "Ya vamos trianeando pa Sevilla" decía el capataz recordando a los que este año no habían salido. Más de una hora después era el palio de la Virgen de la Estrella la que iniciaba su estación de penitencia.
Con San Roque y La Estrella en la calle, ya había Domingo de Ramos y Sevilla entera salía a la calle para buscar, al menos, a las dos hermandades que estaban en la calle. Después, La Amargura y El Amor decidían acompañarlas, mientras La Borriquita salía sa con las luces de las estrelas acompañando a esta última. El primer día de la Semana Grande de Sevilla estaba salvado, aunque fuera en parte.