Los más de 8.000 kilómetros de distancia que separan Honduras de Huelva no han sido impedimento para que en esta campaña, por primera vez, el campo onubense acoja a temporeros del país caribeño para participar en una experiencia piloto de contratación en origen que les puede ayudar a vivir mejor a su regreso.
Se trata de un grupo de alrededor de 250 personas cuya selección y llegada están coordinando las distintas organizaciones agrarias encargadas de gestionar el contingente GECCO -Gestión Colectiva de Contratación en Origen-, y que viene a sumarse al que llega de Ecuador, también este año como novedad y con un número similar, y al de más de 12.000 mujeres que se trasladan desde Marruecos.
De ese grupo de hondureños forman parte José Aníbal Amador y José Vidal Aranda. Ambos fueron seleccionados el pasado mes de octubre en su país por personal de la Unión de Pequeños Agricultores (UPA) Huelva, y desde el pasado 1 de febrero trabajan en Fres Méndez, una empresa moguereña, en la que se están adaptando al clima y a los horarios y donde ya le han enseñado la, según ellos, "dura tarea" de recolectar la fresa, que "nada tiene que ver" con la del café, el frijol o el maíz, cultivos a los que ellos se dedican.
Hablando con EFE a pie de invernadero, aseguran que el viaje es cansado pues fueron casi 20 horas desde que salieron de sus casas hasta que llegaron a Huelva, pero superado eso y una vez instalados se sienten "contentos" con la experiencia, con su jefe y con las condiciones del alojamiento que éste les proporciona durante el tiempo que están en la provincia, que será hasta el 30 de junio.
El sueldo que cobrarán en España, regulado por el convenio del campo onubense, es una de las principales motivaciones que le han empujado a venir, a dejar en Honduras a una familia a la que le quieren dar una vida más cómoda.
Sus circunstancias personales son distintas; José Aníbal Amador, de 43 años, cuenta, sin poder evitar emocionarse, que ha dejado en San Antonio de Cortés, a su pareja y sus dos hijos, de 2 y 4 años, algo "bastante duro y doloroso", pero que "merece la pena" por el sueldo, "bastante superior" al que cobra en su país.
Se muestra contento con una experiencia que, hasta el momento, está siendo "maravillosa" si bien no deja de reconocer la dureza del trabajo, pues "la fresa se coge agachado y acabas muy dolorido y cansado", pero no se arrepiente de haber venido.
A José Vidal Aranda, de San Agustín de Copán, la distancia se le hace menos dura, la relativiza; con 28 años y sin hijos, aunque sí con pareja, piensa que en cinco meses volverá a estar con su familia y mientras tanto, disfruta "de lo bonito y agradable de salir de tu país, conocer nuevos lugares y vivir nuevas experiencias".
Criado desde muy pequeño en la agricultura, coincide con su compañero en que el cultivo y recolección de productos como el tomate, el maíz o el café nada tiene que ver con el de la fresa: "No se parece a nada que haya hecho antes, pero estamos aprendiendo y eso es bueno".
La expedición de las autorizaciones de estos trabajadores corre a cargo de la Secretaría de Estado de Migraciones, desde donde han explicado a EFE, que si bien su papel se limita a eso y a la documentación, siguen "muy de cerca" el programa de GECCO porque son "muy conscientes de su importancia".
Han asegurado que hasta el momento no se les ha reportado queja alguna, ni desde las empresas ni la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), encargada de "verificar" que los alojamientos utilizados por los temporeros cumplen una serie de recomendaciones incluidas en la orden que regula el programa de contratación.
"Si se viera alguna incidencia, debería ser la Inspección de Trabajo la que intervenga y nosotros tomar nota de cara al programa, pero hasta la fecha no se ha reportado ninguna queja", han recalcado las fuentes consultadas, que han recordado además que una delegación del departamento de Migraciones supervisó el proceso de selección en octubre pasado en Honduras y Ecuador, donde "se informaba de manera individualizada a todos los trabajadores acerca de las condiciones".
Por el momento, esta experiencia piloto con Honduras y Ecuador marcha según lo previsto y la adaptación de los trabajadores al campo onubense está siendo más fácil que en el caso de las temporeras marroquíes ya que, en este caso, desaparece la barrera del idioma y la cultural.
Si finalmente concluye con éxito, estos países sudamericanos podrían convertirse en puntos de emisión fijos de temporeros para cubrir las necesidades de mano de obra que anualmente tiene la campaña de Huelva.
Aún es pronto, a estos trabajadores le restan todavía cuatro meses y medio en Huelva y muchas horas de trabajo por delante, si bien ya se atreven a decir que, si pueden, repetirían en años venideros. El tiempo lo dirá.
Huelva
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