La joven Vanessa Duque Galey (27 años), que trabajó como monitora de la escuela municipal de Gimnasia Rítmica del Ayuntamiento de Cartaya durante 7 años, y a la que no se renovó el contrato “sin explicación ni justificación” por parte del actual equipo de Gobierno (ICAR-PP-PA), ha decidido romper el silencio que hasta ahora han guardado las decenas de trabajadores municipales que, desde que cogió las riendas de la Alcaldía el independiente Juan Miguel Polo, han sido cesados o no se les ha renovado el contrato.
Casi todos, ‘off the record’, se muestran convencidos de que tras sus despidos hay un trasfondo político, y a la mayoría, tras denunciar su situación en el Juzgado de lo Social y enfrentarse a un proceso judicial, les ha dado la razón el juez declarando su despido improcedente o nulo y obligando al Consistorio o a readmitirlos o a pagarles una indemnización.
Tras ganar su juicio y ser indemnizada hace pocas semanas, Duque, la exmonitora de Gimnasia Rítmica, relata que tras terminar el curso deportivo en junio de 2012 esperó como es habitual a que la llamasen para su reincorporación con el inicio del nuevo periodo en septiembre del mismo año. Tras varias semanas de larga espera, telefoneó al Departamento Municipal de Deportes, donde un excompañero le confesó su impresión de que no contarían con ella y que el concejal de Actividades Deportivas, el popular Manuel Barroso, ya la telefonearía. “A día de hoy aún estoy esperando esa llamada -se lamenta- al menos para recibir una explicación, al igual que aún espero la del alcalde, a quien le pedí cita y con quien me reuní”. “Lo único que quería era que me comunicase que no contaba conmigo, y por qué” asegura, pero cuál fue su sorpresa cuando el propio alcalde le dijo que “no sabía nada y que no era normal no contar conmigo después de 7 años trabajando, por lo que se comprometió a hablar con el concejal y, o bien el mismo, o bien Barroso, ya me llamarían”.
Proceso judicial
“Al final tomé la decisión de denunciar mi caso ante los tribunales” asegura, por lo que se celebró un juicio en el que el Ayuntamiento “mintió” cuando su abogado explicó que “habían prescindido de mi porque habían eliminado las clases de rítmica por falta de presupuesto”. “Eso era totalmente falso -prosigue- y tuve que demostrar al juez que habían contratado a otra monitora para hacer las mismas funciones que yo realizaba”. Además, según Duque, “se contradijeron” ya que “después argumentaron que la plaza había salido a concurso y que por eso había sido ocupada por otra persona, lo cual también se demostró que era totalmente falso”.
Al final la joven ganó el juicio y, ante la opción de reincorporarla o indemnizarla, “el Ayuntamiento me pagó”.
No obstante, pese a todo, Duque Galey asegura que lo más grave es que su despido sí ha tenido un “trasfondo político” ya que “casualmente” la monitora que me sustituye “tiene lazos de parentesco con personas que han ido en las listas del PP de Cartaya, e incluso ella misma formó parte de la lista de esta formación política en la localidad de Punta Umbría, que también casualmente estaba encabezada por el mismo abogado que representó al Ayuntamiento de Cartaya en mi juicio, el señor Hernández Cansino”.
Profesionalidad
Por otra parte y pese a lo vivido en los últimos meses, a lo que Vanessa no está dispuesta es a que se cuestione su “profesionalidad” como monitora de gimnasia rítmica, ni a que se “pisotee mi dignidad como persona”. Y es que según prosigue, durante todo este tiempo ha tenido incluso que aguantar como en una emisora local controlada por el equipo de Gobierno, se “desprestigiaba” públicamente su labor de siete años, “con el fin de atacar a los que entonces eran mis superiores”. Es por ello por lo que “sin estar en ningún partido político, me siento utilizada políticamente”. Del mismo modo cree que he hecho un trabajo muy aceptable ya que “me hice cargo de una escuela de rítmica a punto de desaparecer por falta de alumnos, y bajo mi responsabilidad hubo años que llegué a tener hasta 70 niñas”. “Se puede preguntar -concluye- a los padres de las aproximadamente 350 niñas a las que di clases durante mis 7 años al frente de de la escuela de rítmica”.