Cáritas Diocesana de Huelva ha alertado de la situación que se da en los asentamientos de la provincia, a la par que ha lamentado el fallecimiento de un joven, llamado Adama Ndiaye, de 30 años, el pasado día 21 de febrero de 2017, el cual ha fallecido debido a "una enfermedad crónica agravada por su situación precaria" en el asentamiento en el que residía.
Según informa la organización católica en un comunicado, Adama era una de las personas que malviven en uno de los asentamientos chabolistas situados en las periferias de los municipios agrícolas de la provincia de Huelva vinculados a la campaña de la fresa.
En el caso de este joven senegalés, el asentamiento fue su techo durante más de cinco años y, a pesar del esfuerzo de las entidades sociales para que dejara su chabola, "él nunca quiso abandonarla". Era usuario habitual del centro de duchas San José que Cáritas Parroquial de Moguer mantiene abierto desde el año 2013 con la colaboración del Ayuntamiento de esta localidad.
Desde Cáritas han indicado que la historia de Adama es sólo una más entre las más de 2.000 personas que durante esta campaña pernoctarán en los asentamientos de la provincia y, a pesar de que su muerte no ha sido accidental, desde Cáritas Diocesana de Huelva "no podemos dejar de denunciar la inhumanidad de dejarse la vida en una chabola de plástico y cartón".
Por ello, han alertado del carácter permanente de los asentamientos en la provincia y de las "pésimas" condiciones de vida que sufren las personas que allí viven. Ante esta situación, han pedido que cada una de las administraciones afronte su parte de responsabilidad en esta realidad así como una mayor implicación de las administraciones competentes para buscar una solución real a este problema.
Asimismo, la organización demanda la creación de una mesa intersectorial en la que la administración, los sindicatos, la patronal, las organizaciones sociales y los propios afectados busquen y aporten todo lo posible en la solución de este problema humanitario.
La puesta en marcha de una red de recursos en todas las zonas agrícolas que permitan a los trabajadores temporeros no verse obligados a vivir en asentamientos que no disponen de ningún tipo de servicios es otro de las demandas, así como que estos servicios se vean ampliados con aquellos otros que complementen las necesidades de atención social, de salud, de educación de las personas que se desplazan a la provincia a trabajar (desde duchas hasta ampliación en la dotación sanitaria).
Finalmente, Cáritas pide la puesta en marcha programas de ayuda y mediación al alquiler de viviendas que ofrezcan una alternativa a las chabolas. Y ante todo, y como sociedad, "no nos debemos acostumbrar a que hechos tan lamentables y que inciden directamente en la vulneración de derechos humanos queden en el olvido en unas ocasiones o en la 'trivialización' de la pobreza en otros", han remarcado.