Ya ni siquiera se habla de ellos. Ni siquiera merecen estar en una carpeta para que los políticos los reclamen en sus reuniones o comparecencias públicas. Están enterrados bajo una losa de promesas, tras años de llenar páginas de periódicos y programas electorales. La segunda fase de la Ciudad de los Niños, con su teleférico, la exposición del Renacimiento de la que nunca más se supo, el nuevo edificio de Hacienda, el nuevo Archivo Municipal, el Museo del Aceite en la capital, el cerro de las Canteras, o la Comisaría de la Policía Nacional.
La Ciudad de los Niños fue inaugurada in extremis antes de las elecciones municipales de 2003 por el entonces ministro de Hacienda Cristóbal Montoro, es el único espacio público de recreo dedicado exclusivamente para los niños. Su pequeño lago artificial de 1.000 metros cuadrados presidido por un barco pirata fue toda una atracción en su momento. Pero contaba con una segunda fase y con un teleférico que iría hasta el cerro de Santa Catalina. Jamás se supo.
El traslado del Archivo Municipal a la Iglesia de San Miguel tras su restauranción es otro asunto que supera ya casi la década. Mientras el templo, cuya fachada es de Andrés de Vandelvira y está en el Museo Provincial, se iba perdiendo con los años, las partidas presupuestarias no llegaban. En 2006, el PSOE llevó en su pograma electoral llevar el archivo al Banco de España y años después el archivero Juan Cuevas llegó a realizar hasta un proyecto. Antes ya se había hablado de ubicarlo en el edificio del Catastro, junto a la Plaza de Santa María, o al edificio del Instituto Nacional de la Seguridad Social en la Avenida de Madrid, una vez que el INSS se mudase a Las Fuentezuelas.
Finalmente la rehabilitación de los restos y el solar de la antigua iglesia de San Miguel, al final del anterior mandato, pasaron al Plan Urban y la entonces concejal responsable María del Mar Shaw, anunció que se expropiarían casas colindantes y se llevaría a cabo el proyecto para trasladar el Archivo Municipal. Pero aquello también quedó enterrado.
El cerro de las Canteras no ha corrido mejor suerte. La primera piedra se colocó el 16 de mayo de 2003, siendo ministra de Medio Ambiente, Elvira Rodríguez, que ha sido diputada por Jaén hasta hace unas semanas. Tras una inversión de tres millones de euros, se concluyó en la primavera de 2005, con más de 18.000 metros cuadrados de zona verde. Allí sigue. Primero, el alcalde Miguel Sánchez de Alcázar, aseguraba que él no había firmado ningún convenio por el que tuviera que pagar el 25 por ciento del total. Más tarde, con la llegada del PSOE al Gobierno central, nunca más se supo de ese 25 por ciento. Entonces el problema fue el riego, ya que se precisaban cerca de 20.000 litros de agua para regarlo. Finalmente la ministra Cristina Narbona, ya en 2008 anunció que se construiría una conducción para usar aguas residuales de riego del río Jaén. Tras los cambios de titularidad de la Confederación Hidrográfica del Guadalquivir y la Agencia Andaluza del Agua, nunca más se supo.
Otro de los proyectos enterrados es el del edificio de Hacienda. A finales de la pasada década, comenzó a hablarse de la necesidad de trasladar el edificio. Incluso se llegó a pensar en permitir el paso por sus arcadas. Finalmente, el entonces delegado de Hacienda anunció que se trasladaría a la parcela contigua al Museo de Arte Ibero. La envergadura final del proyecto arqueológico hizo que se decidiera trasladarlo a la zona del Bulevar, pero al comenzar las catas arqueológicas se descubrió una muralla de uno de los fosos de los yacimientos de Marroquíes Bajos y ante la importancia del hallazgo y lo caro que supondría integrarlo en el edificio, el 15 de abril de 2010, el ya entonces subdelegado del Gobierno de España, Fernando Calahorro, anunció que se buscaría otra parcela para ubicarlo. Y aún se sigue buscando.
En cuanto a la muralla, sigue en aquel lugar esperando mejores tiempos, al igual que el parque arqueológico que se proyectó en el Bulevar, para mostrar todas las piezas encontradas en Marroquíes Bajos.