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La suerte que viene y va

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La suerte que viene y va nos dio, ayer domingo, motivos, siquiera sea de tarde en tarde, para confiar en el efecto compensatorio del azar. Desde 2008, la producción de las plantas de ladrillos de Bailén cayó más de un 80 por ciento: instalaciones, con hornos apagados, reconvertidas en meros almacenes donde solo se trabaja sobre pedido. Bailén es hoy la cara de la Navidad en la provincia de Jaén, con 150 décimos consignados –y casi todos vendidos- del Gordo de la lotería del 22 de Diciembre, el ’62.246’. Otra serie completa del primer premio repartió la administración nº 1 de Huelma, es decir, otros 4 millones. Una lluvia de euros que pilló a muchos de los agraciados en el tajo olivarero, en esa otra lotería que son la aceituna y el aceite de oliva, con una cosecha récord –en kilos y rendimiento graso- que se está recogiendo con fluidez merced a que la meteorología acompaña. Pero no será cuestión de suerte la consecución de unos precios justos en origen, sempiterna letanía del sector productor, ni la PAC definitiva cuyas ayudas acopladas negocia en estos momentos el Ministerio de Agricultura con las comunidades autónomas: un grave perjuicio para Andalucía, como denuncian UPA y COAG, al restársele 100 millones de euros anuales durante el periodo de vigencia de la nueva PAC, seis años, 600 millones de euros en total, si la propuesta de Arias Cañete se consolida definitivamente en la Conferencia Sectorial que se celebrará el 21, 22 y 23 de enero próximos. Hay motivo, pues, pese a la bondad ñoña que destila el momento, para mantener las espadas en alto. No caben treguas o despistes. Esto es, la suerte que viene y va.


Los socialistas Calahorro Téllez y Rodríguez Cohard advertían el miércoles que el Ayuntamiento capitalino sería intervenido por la Hacienda estatal al ser financieramente inviable sobrellevar, a partir de enero, la devolución cada mes de un millón y medio de euros por los tres préstamos suscritos -253 millones de euros en total- en el marco del Plan de Pago a Proveedores. Apenas unas horas después, el alcalde Fernández de Moya contraatacaba subrayando que es el Ejecutivo Rajoy, un gobierno del PP, de su partido –ninguna mención, por cierto, al papel jugado al respecto por el paisano Montoro-, el responsable máximo de que el consistorio jaenero no se halle ya en la más ignominiosa bancarrota. Y, aunque la deuda municipal alcanzaba los 469 millones de euros cuando se produjo el relevo en la Alcaldía, en junio de 2011, no se ha dejado de pagar una sola nómina o paga extraordinaria a los 1.500 empleados del Ayuntamiento. La plantilla –más tarde o más temprano- cobra, la cacareada –por inevitable- regulación de empleo no llegó a producirse, Onda Jaén –la radiotelevisión municipal- sigue emitiendo en situación técnica de quiebra, y el regidor y cabeza de cartel electoral –una especie de ‘novio a la fuga’ si atendiésemos a las maledicencias provenientes de la bancada opositora- permanece al pie del cañón. O sea, los vaticinios y malos augurios del PSOE erraron en lo sustancial, porque su confirmación dependía de factores que escapaban a su control, a la voluntad propia, a la mera intención o al resultado deseado. Pésima fortuna, desde luego.


Así, el deseable acuerdo Junta/Ayuntamiento en el tema de la deuda pendiente –la prestación de la ayuda a domicilio, en primerísimo término-, ni que decir tiene, continúa enquistado en estado desquiciante y quimérico. Estadísticamente, el resultado negativo de un suceso poco probable. Como quiera que nadie da su brazo a torcer, nadie se sienta a negociar como Dios manda, la opción de compensar vía tercer plan de pago a proveedores, de acceder al fondo de liquidez autonómica o de recuperar la transferencia corriente del Patrica (Participación en los Tributos de la Comunidad Autónoma) se volatiliza antes incluso de plantearse formalmente. Mucha amenaza de tribunales, de litigiosidad, de judicialización, y, a la postre, nula efectividad a la hora de desbloquear el conflicto. ¿Que de quién es la culpa? Digamos, por no contribuir a enconar más las posturas, que de una suerte perversa y esquiva, que viene y va y, mientras viene y va, nos deja a oscuras. Pdta. A propósito, en protesta por la inminente subida de la luz, en las redes sociales proliferan las convocatorias de apagones generalizados de un cuarto de hora cuando más duela a las grandes compañías eléctricas. Se desconoce, no obstante, la existencia de ese instante de mayor vulnerabilidad. Conclusión. No somos nadie. Perra suerte.

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