Lleva toda la vida escribiendo canciones y catorce años subiéndose a los escenarios con su guitarra y juego de armónicas, como cantautor folk que mantiene raíces de rock y blues, con las que se inició en la música.
Desde el año 2005 Julio Ángel García (Jaén, 1968) es Julio Demonio. Le dio la vuelta a su nombre para proyectarse artísticamente, para iniciar su carrera en solitario tras un parón en la música, un Arte que según el artista tiene más demonios que ángeles. “La música es la guerra del Arte y tienes que combatir. Cada paso que avanzas es un éxito. Tienes que aprender a vivir dentro de la perturbación. No hay que rendirse. Ésa es la gran meta de la música”, dice.
Empezó a componer con 14 años, cuando tocó los primeros acordes de una guitarra que había en su casa, donde siendo el menor de cinco hermanos siempre escuchó vinilos. Ahora tiene tres guitarras acústicas, una eléctrica y ocho armónicas. “Nunca he tenido dificultad para tocar la armónica. Desde que rozó mis labios, sonó sola”, dice.
Ahora, su guitarra, armónica y voz son inseparables. Reconoce que se animó a cantar para seguir los pasos de músicos del rock americano, a los que siempre ha escuchado. “Al verlos pensé, yo también quiero hacerlo. No hay que tener una voz bonita, lo que hay es que interpretar muy bien”, confirma quien canta con una naturalidad que engancha.
Así lo hará el próximo día 9, cuando por tercer año participará en el Festival Internacional ‘Grito de Mujer’, en el Museo Provincial, con motivo del 8-M.
Autodidacta, su carrera se ha basado en el esfuerzo, y hoy sigue inmerso en la composición, su faceta musical “más personal”, y tocando en directo, siendo un trovador en pleno siglo XXI. “Necesito al público para retroalimentarme. En una isla desierta escribiría pocas canciones. El escenario es un laboratorio. Expones tu canción y ves si provocas algo en el público”, explica quien no descarta componer para otros músicos.
A él, la música le ha provocado conocerse. “Uno de los regalos que me ha hecho la música es conocerme, ser consciente de mi capacidad de resistencia y tener más arrojo en la vida”, valora. Hombre espiritual, busca que sus canciones provoquen al público “replantearse su vida interior”, explica. Se inspira en las emociones que lo acompañan y vivir en Jaén contribuye a ello. Si dedicara una canción a Jaén no faltarían las palabras “esfuerzo” y “arrojo”.
Hubiera sido otro músico si hubiera nacido en otra ciudad. “En una canción proyectas tus vivencias y si vives en Jaén, estás influenciado por lo que ocurre en esta ciudad, para lo bueno y lo malo”, reconoce un hombre que nació en el barrio de San Juan, se crió en el Polígono del Valle y vive en San Ildefonso. “Jaén es la ciudad del quiero y no puedo, una capital de provincia atípica culturalmente. Es localista y todo queda en casa, músicos y público, y llega a ser claustrofóbico. Falta paso de aire fresco por la ciudad, para que se vaya retroalimentando”, confirma.
A la vez, reconoce que “ofrece un cartel de músicos interesantes” y sin embargo “no vende su producto fuera, para que la música de Jaén se oiga en otras ciudades”. En este sentido, defiende que “salir fuera te permite ampliar la mirada como músico y, personalmente, afecta a tu labor creativa, que crece”. En definitiva, “darte a conocer en otras ciudades es vital para crecer como músico, te da la sensación de estar en el mundo”, defiende.
Con mucha carretera a su espalda, anima a salir fuera de Jaén, aun reconociendo que la capital ahora “no está mal para tocar” y tiene “una oferta de salas adecuada”. Disfruta del directo, lejos del “nerviosismo” de los inicios. “Al estar solo en el escenario vivo un momento de magia. Lo disfruto, me autocorrijo y evalúo. Cualquier lugar en el que el público esté receptivo es el escenario perfecto”, reconoce un músico que agradece la fidelidad. “El público que me escucha me ha seguido siempre. Hay caras nuevas, pero el perfil es el mismo perfil, gente que escucha rock”, asegura.
Su pretensión ahora no es sacar disco. Tiene cinco, el último ‘Cavernario’ (2017), todos autoeditados. Está ampliando su repertorio, con una colección de canciones que “más adelante” le permita grabar. “El éxito no es vender discos, sino no guardar la guitarra, ver cómo pasan los años y sigues escribiendo canciones y cerrando bolos. Envejecer con mi guitarra, será mi éxito”, termina el cantautor.