Los barrios del distrito centro de Jaén están en el corazón de la capital, por su ubicación pero también emocionalmente, siendo zonas que todo Jaén siente suyas porque son muy transitadas y por los servicios que ofrecen, pero donde son necesarias actuaciones de mantenimiento, limpieza, rehabilitación y comerciales, que los mantengan cuidados para el disfrute de quienes los residen y de quienes lo visitan por sus servicios y atractivos turísticos.
Barrios céntricos, considerados de todos los jienenses, con una ubicación envidiable, donde todo ciudadano se siente aceptado, donde los vecinos residentes se mezclan con quienes están de paso, los barrios del distrito centro de la capital.
El barrio de Las Protegidas ocupa la manzana que cualquier otro barrio de la ciudad querría tener. En medio del Paseo de la Estación, de la Avenida de Madrid y de la calle Virgen de la Cabeza, esta zona de la capital divide a Jaén en dos, de Norte a Sur y de Este a Oeste, siendo una zona residencial que en los últimos años ha sufrido una decadencia que está a la vista de todo Jaén. Sus viviendas, catalogadas como Bien de Interés Cultural tienen ahora poco interés para las administraciones y así lo perciben sus vecinos, los que ocupan viviendas con fachadas llenas de humedades, tejados y balcones deteriorados y que si durante años han colgado de sus terrazas pancartas reivindicativas, ya están retiradas de los ojos de todo Jaén, cansados de no ser escuchados. A Las Protegidas se le deben 24 millones de euros y no haberlos invertido en la rehabilitación de las viviendas, cada vez es más evidente.
Durante el día, el barrio es amable y en sus calles se palpa una tranquilidad vecinal que no afecta a los comercios, siendo estos uno de los reclamos para jienenses de otras zonas. Especialmente sus bares y restaurantes, convirtiéndose la hostelería en uno de los reclamos. “Lo mejor del barrio es el ambiente que se vive en el fin de semana, gracias a la hostelería. Es un barrio con una ubicación privilegiada, en el corazón de Jaén, pero muy abandonado”, lamenta Juan Sánchez, responsable de la pescadería de la plaza de Las Pastiras.
Ésta última es uno de los lugares más emblemáticos de Jaén, pero ahora muestra un estado de abandono que no pasan por alto sus vecinos. “La plaza está descuidada y el barrio no está limpio. Antes se limpiaba por la noche, cuando se regaba, y ahora ves un barrendero limpiando, pero no es a diario”, denuncia. Juan Martínez lleva quince años en su negocio. “Es un barrio en el que mi comercio ha funcionado, se me ha tratado bien. La gente del barrio es fiel al comercio tradicional y quien pasa por el barrio, también compra”, reconoce.
Sus vecinos son “buena gente”, pero el hecho de que las viviendas queden vacías porque sus propietarios van muriendo y no se ocupan más que en régimen de alquiler, ha llevado a la zona una población residente “desconocida” para muchos, que señalan que se ha convertido en un barrio de población inmigrante. “La gente del barrio ha cambiado con el paso de los años. Ahora hay muchas personas en régimen de alquiler. Los pisos se están quedando vacíos porque no hay ascensores y la gente busca comodidad”, explica Juan Martínez.
En la misma plaza, Mª del Mar García regenta desde hace 11 años una frutería, que igualmente funciona gracias a la fidelidad de los vecinos. “Los vecinos son gente buena, detallistas y leales al barrio”, confirma. Sin embargo, la limpieza, reconoce, es el lastre, al igual que la imagen que ofrecen sus bloques de viviendas.
“La declaración como Bien de Interés Cultural nos hundió la moral a los vecinos, que no podemos arreglar ni una ventana”, explica Pedro Liébanas, que se avergüenza de la imagen que da un barrio en pleno corazón de Jaén. “Este barrio ofrece una imagen de vergüenza. Cuando la gente que pasa por aquí ve esas fachadas llenas de pintadas y en tan mal estado reconocen que sienten pena por lo que se ha convertido este barrio”, asegura. Aceras levantadas o rotas, pocas zonas ajardinadas y las existentes más secas que floridas, hacen de Las Protegidas un barrio que llama, con urgencia, a una intervención en rehabilitación.
El parque de La Concordia es uno de los pulmones de la ciudad y si sus zonas verdes permiten respirar un ambiente de ocio y recreo, otros espacios cortan el aliento, como el área canina, con agujeros con una profundidad de vértigo, y el desangelado Paseo de Las Bicicletas, una carretera en medio de un parque. En su conjunto, el parque suma rincones para el esparcimiento, pero su mantenimiento es tarea de todo el que lo transita.
Las zonas verdes de sus alrededores sí están mimadas, con plantaciones que llenan de color y hacen más agradable el paso por un Paseo de la Estación con dos museos, que mantiene la solería tradicional de Jaén, en bastantes zonas muy deteriorada por el paso del tiempo y por el flujo de personas que la transitan.
Es de los barrios que Jaén siente suyo porque concentra edificios que albergan delegaciones de administraciones de los que el ciudadano requiere sus servicios. Jienenses llegados de cualquier parte son testigos de cómo las vías del sistema tranviario se han convertido en aparcamiento, al igual que sus aceras para las motos; y de cómo el medio de comunicación sigue siendo el autobús urbano, con vehículos que circulan uno tras otro a la misma hora; y cómo su tráfico deja contaminación y asfalto en muy mal estado.
Zona dotada de contenedores, papeleras y señales turísticas, éstas últimas deberían reemplazarse, y los primeros utilizarse adecuadamente.
Comercialmente, el Paseo de la Estación y la Avenida de Madrid son zonas vivas, no exentas de cierres emblemáticos, una de las zonas más caras para vivir y abrir negocio.
Entre ambas, Navas de Tolosa, ejemplo de la subsistencia del comercio tradicional, mientras que la antigua plaza Coca de la Piñera es espacio de encuentro de quienes van y llegan a una ciudad que pide a gritos una estación de autobuses con instalaciones más acordes a la de una capital de provincia.
Es una zona con jardines cuidados a diario, con una arboleda ahora podada que no resta vistas a edificios históricos y que hablan de las señas de esta ciudad, algunos manchados con pintadas insultantes para el patrimonio.
La Avenida de Madrid ha sido adecentada con su señalización horizontal, pero quedan pendientes arreglos en el asfaltado y sus acerados, de los que ya no se ven por Jaén.
Los Jardinillos, San Clemente, la plaza de La Constitución y Bernabé Soriano, ésta última, de las más bonitas, son también de las zonas más transitadas. La primera, es un pequeño pulmón entre edificios residenciales, con zonas verdes cuidadas, pero con mobiliario sucio. Comercialmente, son zonas transitadas, con negocios que dicen estar sobreviviendo a la peatonalización y otros que no lo han conseguido.
Se ha cumplido un año y en San Ildefonso se ha notado de una forma “espectacular”, entiéndase también por la parte negativa, la más dramática, según los vecinos. Joaquín Cruz regenta desde hace 9 años una tienda de alimentación frente a la entrada principal de la Basílica Menor parroquia de San Ildefonso. “Mi comercio ha funcionado bien, pero en los últimos tres años, ha ido a peor”, reconoce. En su acera hay tres negocios que han echado la reja definitivamente. “Con la peatonalización de la zona centro se ha acotado el tráfico y se ha notado en la afluencia a los comercios. Antes se podía dejar el coche en cualquier calle, la gente iba a la Iglesia, se pasaban por las tiendas y todo funcionaba, pero ahora casi no pasa nadie”, reconoce.
Por las mañanas, el histórico barrio está desierto, pero los fines de semana se transforma, pasando de una zona en la que viven mayoritariamente personas mayores a un barrio que acoge a una población de todas las edades que encuentra en los negocios hosteleros de la plaza y calles aledañas punto de encuentro para la diversión. Y con ésta, los problemas de convivencia, con noches de ruido interminables para vecinos y muy beneficiosas para los negocios. “Está muy sucio para ser el barrio que es. No tienen la culpa los que barren, sino los que ensucian. Hay mucho incivismo y la prueba está en la imagen que da el barrio un sábado o domingo por la mañana en la Plaza de San Ildefonso, tras el botellón y la noche. No es cuestión de limpiar más, sino de ensuciar menos”, explica Cruz.
En la misma línea, asegura que “el barrio no se ha rejuvenecido”, pues la gente “busca comodidad, pero San Ildefonso no es un barrio cómodo para vivir porque no hay aparcamiento”. Tampoco es un barrio donde haya habido relevo generacional, donde quienes se criaron y se fueron, han vuelto a vivir.
En definitiva, San Ildefonso es hoy un barrio tranquilo y silencioso durante el día, incluso triste para muchos, demasiado ruidoso las noches del fin de semana.
Llama la atención que apenas hay vida social durante la mañana, ni siquiera en zonas como el parque de La Alameda, puerta de entrada a la zona de centro y con cuidados que denotan mimo. Adentrarse por las calles del barrio es reconocer en su adoquinado los efectos de años sin mantenimiento. Otras han sido el ‘conejillo de indias’ de los primeros trabajos de adecentamiento con hormigón impreso. Fachadas llenas de pintadas no permitan lucirse a San Ildefonso como uno de los barrios más típicos. “Este barrio se identifica porque reside gente trabajadora, del campo. Es un barrio con ambiente familiar. Lo peor es el fin de semana, que hay mucho tránsito, aunque es bueno para los negocios de Hostelería”, explica Emilia Fernández . Lleva 16 años siendo vecina del “mejor barrio de Jaén”, del que destaca su “céntrica ubicación”.
Ana de la Torre es de esas mujeres que ha disfrutado de San Ildefonso toda la vida, pero que lleva 14 años siendo vecina. “Hay zonas sin tráfico y calles como Adarves Bajos hacia Puerta del Ángel que rodean el barrio, que lo soportan todo”, lamenta.
Monumentalmente, con su Basílica, el convento de Las Bernardas y la Cámara Oscura es un barrio con historia y uno de los más atractivos para el turismo, de ahí que se pongan todas las miradas en él y exigir así intervenciones que permitan al jienense presumir de barrio y al viajero disfrutarlo.
Los barrios del distrito centro son de los más queridos, esos que los jienenses sienten suyos por ser históricos y señeros, por hablar de la ciudad y porque en ellos tienen cabida todos, quienes viven y quienes llegan por los servicios que ofrecen, pero que como todo Jaén, requieren mejores cuidados.