Cuando Jesús entró como voluntario en
CEAin para dar clases de apoyo estaba convencido de que el “objetivo final” de la entidad social “era desaparecer, porque, utópicamente, pensaba que el problema de las personas migrantes se iba a solucionar”. Hace una pausa y sentencia: “No fue así”. En esa pausa caben los 25 años transcurridos desde entonces, pero, a diferencia de su concluyente apreciación, en ellos no ha habido opción a la rendición y sí al compromiso con el trabajo por la convivencia y la inclusión social de las personas migrantes que han sido acogidas por la organización en Jerez desde su fundación en 1992.
Jesús es
Jesús García Grijalbo, actual
presidente de CEAin y de la Federación Andalucía Acoge, de las que defiende y reivindica su labor, convencido de que contribuyen a “construir la sociedad” mediante la creación de “estructuras de convivencia en común, sin tensiones, que permiten vivir a todo el mundo según sus formas de ver la vida”. Y hace otra pausa, con todo el futuro por dentro ahora: “Es necesario hacerlo. Por eso seguiremos ahí”.
Como otras entidades agrupadas bajo el epígrafe de “
tercer sector”, uno de los pilares de su filosofía consiste en ejercer de “cauce de participación” y en cumplir un papel de “mediador, porque estamos en contacto directo con la realidad. No solo damos servicio, sino que reportamos información de calidad a a la administración, y eso tiene un valor importante”, apunta
Francisco Morales, director de CEAin, quien le da mucha relevancia al hecho de que se les considere “actores políticos en el sentido más amplio de la palabra, no como receptores de subvenciones”.
“Ceaín -prosigue- siempre ha trabajado con esa mirada, la de poder influir y proponer en la mejora de la política social.
No me interesa solo recibir una subvención y ejecutarla, sino poder participar de si se va a desarrollar un plan estratégico. No hablamos solo de migración o extranjería, sino de todo lo que afecta a la política social”.
Esa mirada más amplia en torno al
fenómeno de la migración y, por supuesto, de la realidad de la sociedad contemporánea, es consecuencia de una trayectoria iniciada hace tres décadas por un grupo reducido de personas voluntarias que desarrollaban su labor en Cáritas Diocesana y que decidieron constituir una asociación independiente y aconfesional para afrontar y atender lo que en ese momento era toda una “novedad”, la creciente llegada a Jerez de marroquíes, subsaharianos, senegaleses... -la mayoría hombres-, con el objetivo de apoyar su integración, que pasaba inicialmente por ayudarles a “sacarse los papeles” y enseñarles español.
En este sentido,
la inmediata vinculación con Andalucía Acoge fue clave, porque les sirvió de empujón y de referencia para tener una imagen más global de las migraciones. En cualquier caso hablamos de una iniciativa “pionera”. Hay que situarse: “Hablamos de los años 90 -apunta Francisco Morales-.
Entonces hablar de que las migraciones estaban llamadas a ser un fenómeno estructural, y que había que formar y preparar a la sociedad de acogida en este cambio, eso lo decía poca gente”.
Así, una vez organizados, empezaron por ofrecer clases de español, y poco después habilitaron un punto de asistencia sanitaria, porque en ese momento las personas migrantes no tenían acceso a la sanidad pública. Morales, que se incorporó como profesor voluntario de español en 1993, recuerda que con el paso del tiempo creció el número de voluntarios y se contrató a la primera persona, ya que se vio la necesidad de contar con un técnico que prestara el servicio permanente de acogida.
Dentro de esos servicios que se han ido ampliando
hay un tema permanente desde el principio, y que sigue siendo vital: el asesoramiento en materia de extranjería. “Tienen un estatus jurídico inferior al del resto de ciudadanos, en el sentido de que tienen que pedir una autorización para residir, para trabajar, tienen que estar pendientes de cómo se renueva esa autorización. Ese proceso necesita de un asesoramiento gratuito y de calidad para defender los derechos de estas personas”, explica el director de Ceaín.
A este respecto,
la entidad social jerezana ha terminado ejerciendo de “puente” que facilita el acceso, desarrolla acompañamientos y elimina obstáculos con los diferentes recursos profesionales y servicios del entorno. Y lo hace a través de tres áreas que ejercen de pilares fundamentales en la
vertebración de sus funciones: social, laboral y educacional, “para poder atender a las personas en un ámbito integral”, en favor siempre de una ciudad “inclusiva e intercultural”, apostilla Jesús García.
Por lo demás,
la evolución ha sido “la natural que se espera de pasar de un fenómeno que se pensaba que iba a ser coyuntural -y todavía hoy hay gente que piensa que es coyuntural- a ser estructural”. Pero, ¿cuándo pasó a ser estructural? “Cuando empezaron a producirse las primeras reagrupaciones familiares -relata Morales-. Era un tema complicado, había que acreditar a las personas que lo solicitaban, había que garantizar que la vivienda cumplía con determinadas características, y en todos esos procesos hemos jugado un papel de asesoramiento. La vivienda pronto se convirtió en tema importante, porque ya hablamos de personas que trabajan, pero vienen con sus familias o las han constituido aquí, con lo cual ya hablamos de temas de integración: vivienda, escolarización, acceso a la sanidad...”
Del mismo modo, a lo largo de este tiempo ha habido dos cambios notables: “
Hemos pasado de perfiles de hombres solos a familias, aunque sigue habiendo hombres solos y en situación muy vulnerable, pero existe una realidad de familias que no había hace 30 años. Y, por otro lado, que cada vez se emigra más joven, lo que ha dado lugar al fenómeno de los MENA, que luego son extutelados. En definitiva, un conjunto de palabras para no decir que son niños o que son jóvenes”.
Pero, en paralelo a la evolución y a los cambios registrados en la acogida, “lo que hemos aprendido es a abrir el enfoque de lo que supone trabajar con estas personas, apoyar a estas personas”. Y Morales apunta a
dos hechos fundamentales. El primero, abordar la realidad desde la gestión de la diversidad, desde el enfoque intercultural. “Frente a lo que mucha gente piensa, no es poner el acento en lo diferente que somos, sino en todo lo que nos une, es común, y hay más cosas que nos unen a un afgano, a un colombiano o a un boliviano que viva aquí en Jerez, porque compartimos una comunidad y les interesa vivir lo mismo que nosotros. Vivir en una sociedad lo más inclusiva posible y tener acceso a la sanidad y a la educación”.
El segundo aprendizaje ha sido el enfoque comunitario. “Hemos ido aprendiendo que para contribuir a la integración de estas personas, teníamos que trabajar con toda la comunidad. Hay experiencias como la de la zona sur, donde llevamos más de 12 años, donde empezó el proyecto ICI.
La idea es trabajar en una comunidad concreta con toda la comunidad, y eso es un cambio de enfoque muy importante, ya que no es buscar problemas de integración, sino trabajar para que la sociedad sea más inclusiva. Y creo que es una mirada que se aparta del discurso preponderante de querer diferenciar entre unos y otros”.
De hecho,
CEAin -cuyas siglas responden a Centro de Acogida de Inmigrantes- ha optado en los últimos años por dar más visibilidad al lema de la entidad -trabajamos por la convivencia y por la inclusión social-, ya que “refleja lo que nos define después de 30 años. No es renegar de las siglas, pero resume mejor nuestro trabajo, porque al trabajar en un barrio determinado tienes que hacerlo con todos los actores implicados”.
El tema de la convivencia, en concreto, “es muy complejo. No se trata de buen rollito y que nos llevemos bien y compartamos un cuscús, sino que se ancla en pilares muy importantes, ya que no hay convivencia plena si no hay igualdad de derechos y deberes, y queda un recorrido largo por hacer”, sostiene el director de la organización.
Dentro de esa “complejidad” se están encontrando, por otra parte, con reacciones “irracionales y de rechazo” que no ocurrían antes, como consecuencia de muchos bulos que circulan contra la población migrante y de la polarización precipitada por determinados agentes políticos -Vox surge en la conversación-. Así, lo mismo que encuentran una respuesta solidaria inmediata, “al mismo tiempo vivimos el rechazo y el desconocimiento o la ignorancia de aquello en lo que trabajamos”.
“Las entidades sociales tenemos que reaccionar en el campo de juego, y en ese campo de juego lo cierto es que la verdad ha perdido valor. De ahí la necesidad de trabajar desde la cercanía y la experiencia concreta” para reconquistar el terreno perdido.
Para ello, como apunta Jesús García, “tenemos el antídoto: que se conozcan entre sí”.
“Siempre ha habido personas que han preferido vivir en el oscurantismo, en el rechazo a lo nuevo, a lo distinto -prosigue-. La gente que quiere no tiene ningún problema. En cuanto la gente se conoce no hay problemas. Hoy en día tenemos varios chavales acogidos de más de 18 años. Si los sueltas en un piso no veas cómo se pone la comunidad. Por eso va un representante nuestro a hablar con el presidente de la comunidad, con los vecinos... la pedagogía. Y lo que ocurre es que al cabo de la semana son todos amigos. Son chavales dispuestos, con formación. Ese es el antídoto. El problema es que no se consigue de la nada, sino con pedagogía, con líneas de inclusión. Lo demás es negación de la realidad, de la diversidad...”
De ahí que insistan igualmente a la administración pública para que haga “esa labor pedagógica como cabeza visible, porque si hay un servicio o un programa que permite atender a personas migrantes hay que ponerlo en valor, y decirle a la ciudadanía que eso está conectado con su bienestar”.
Pisos de acogida
En la actualidad Ceaín dispone de
23 pisos de acogida repartidos por toda la ciudad.
En nueve de ellos se atiende a jóvenes extutelados, en siete a personas refugiadas, seis se destinan para atención humanitaria y uno más para mujeres migrantes en riesgo de exclusión social. “Lo principal no es solo la estancia en el piso, que es temporal, sino el trabajo que se realiza en paralelo para que esa persona pase a una fase de autonomía y se pueda insertar social y laboralmente -expone Morales-. Hay que quitarse algunos clichés que tenemos en la cabeza, ya que la mayoría de personas refugiadas con las que trabajamos tienen una formación importante de origen. Se les ha roto su vida al huir de una guerra, pero es un punto de partida duro, reciclándose y adaptándose a lo que haya. Son personas con iniciativa que hacen que desde el primer día se ponen las pilas para encontrar trabajo”.
La cuestión es que tampoco resulta fácil alquilar vivienda para la entidad. “Vamos y explicamos que somos una entidad social, que contamos con una subvención que cubre el arrendamiento... pero hay gente que conoce la finalidad y te dice que no. Si nosotros tenemos problemas, las personas migrantes que van luego a dar el paso de alquilarse su vivienda, ayudados también durante una etapa por nosotros, también tienen un problema, unido a un encarecimiento de los costes de alquiler” y, también, a la “picaresca”, ya que hay quien también “especula con la necesidad social”: “La persona que alquila cree que sabe cuál es la ayuda y le pide el cien por cien, cuando esa ayuda no es solo para la vivienda, sino para sobrevivir”, relata el director de Ceaín.
“Quien nos alquila ha podido comprobar que somos los mejores clientes, ya que cumplimos con los pagos. Damos seguridad como entidad, y además hay dinero, y les hacemos un seguimiento, atendidos por un equipo multidisciplinar, abogados, psicólogos, asistentes sociales... Las condiciones son óptimas para que todo vaya bien. Pero cuesta”, reconoce García.
En lo que respecta a los jóvenes extutelados,
la preocupación no pasa solo por darles un techo, sino ofrecerles un itinerario formativo y de orientación laboral que les permita superar la situación de exclusión. “Les ofrecemos nuestros recursos, pero hay que luchar para conseguir que salgan de las calles”, reclama el presidente de Andalucía Acoge.
Es por otro lado, una de las cuestiones para las que se requiere la implicación de las administraciones públicas. “El abordaje de temas sociales tan complejos requiere de la intervención de la administración en diferentes niveles, y para ello deben vernos como cooperantes de esa política, pero no cuando todo esté diseñado ya, sino con antelación, para hacer contribuciones al diseño de ese tipo de planes. Hay que contar con los actores que trabajan en el ámbito local. Los proyectos paracaídas suelen fracasar”. Por eso mismo, el director de Ceaín insiste en que hay que “estar en Europa para incidir con las realidades que conocemos y no se planteen pactos por la migración sin conocer la realidad”.
Jesús García sí considera que “
ya se han dado cuenta de que hay entidades que llevan años trabajando sobre el terreno, que conocen el entorno y que tienen un potencial enorme con sabiduría en el tema y que hay que contar con ellas”. Es el siguiente paso. La siguiente conquista de la construcción social.
A MODO DE CRONOLOGÍA
CEAin nació en 1992 vinculado a un “fenómeno nuevo”, las migraciones de personas procedentes de Marruecos o del África subsahariana, y con vocación de acogida.
Desde sus orígenes está federada en Andalucía Acoge, fundada para dar una respuesta más eficaz e integral al entonces incipiente fenómeno de la inmigración.
La asociación comenzó en los primeros años con un reducido grupo de personas voluntarias y sólo 2 personas contratadas.
La atención a las personas más vulnerables ha requerido durante este tiempo de una mayor especialización a la vez que una intervención más conectada con los agentes en el territorio.
En el Área Social se fueron desplegando acciones específicas como: Programa de apoyo al acceso a la vivienda; línea de trabajo específica con mujeres migrantes; el trabajo con jóvenes migrantes extutelados; la apertura de plazas de acogida...
En 2006 se abrió el Centro de Promoción e Inserción Sociolaboral, donde se ha pasado de un servicio de orientación laboral a un servicio que incorpora el trabajo con empresas colaboradoras para apoyar una mejora de la empleabilidad y facilitar la inserción laboral.
Las comunidades educativas han sido espacios clave donde CEAin ha ido desarrollando un trabajo orientado a promover una escuela inclusiva, con una gestión positiva de la diversidad.
La implementación en los últimos años de la Agencia Stop Rumores en Jerez y otras poblaciones de la provincia ejemplifica una línea de acción con gran impacto comunicativo
La consolidación de una línea de trabajo en infancia y juventud, a través de acciones coordinadas con agentes del territorio, de refuerzo educativo, dinamización de la participación juvenil, espacios de ocio..., unido al trabajo realizado en el ámbito de la prevención del absentismo escolar.
La implementación del Proyecto de Intervención Comunitaria Intercultural (ICI) en la Zona Sur de Jerez, iniciado en 2010, es un proyecto diseñado desde el principio para desembocar en un proceso comunitario sostenible y que actualmente es modelo de referencia dentro y fuera de Jerez.