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El Fandi abre de nuevo la puerta grande de La Montera

El público, que casi llenaba los tendidos, disfrutó de la torería desparramada por los toreros

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  • El presidente Andrés Cerrillo fue abroncado al no conceder una oreja a Manzanares
  • Castella se fue sin tocar pelo a pesar de estar muy profesional
Con casi lleno en los tendidos se celebró el cuarto festejo del abono con toros de Santiago Domecg, justos de fuerza con desigual juego. El festejo fue presidido por Andrés Cerrillo el que, un día más, provocó que el público lo abroncara. La banda de música de la Villa de Los Barrios, dirigida por Tomás Infante, estuvo enorme interpretando diferentes pasodobles.

David Fandila El Fandi a su primero, marcado con el número 136 y de nombre Manjero, no lo pudo lancear con el capote al no colaborar el de Santiago Domecq. Lo puso al caballo por chicuelinas y el toro hizo sonar los estribos. En banderillas, el granadino estuvo acertado pero sin que el descafeinado castaño tuviera picante.

La faena de muleta la comenzó a media altura y suave, sacándole al tercio siendo aplaudido. Le enjarretó varias tandas y se metió entre los pitones, provocando la embestida. Acabó con él tras pinchazo y estocada, recibiendo una gran ovación y siendo pitado el toro en el arrastre.

A su segundo le recibió con una larga cambiada, lanceándolo suavemente a continuación. Y lo puso al caballo por chicuelinas al paso. En banderillas, El Fandi, bajo los sones del pasodoble Miguelín, estuvo cumbre, poniéndole los palos, llevando en una mano el sombrero campero de Andresito. En la faena de muleta estuvo enorme y tras estocada, le cortó las dos orejas, siendo el máximo triunfador de la tarde.

Sebastián Castella a Arenero nada le pudo hacer con el capote, al que le recetaron un puyazo blandeando a la salida. Castella realizó a continuación un excelente quite por chicuelinas, siendo muy aplaudido. La faena de muleta la comenzó suave y con temple, dando un recital de saber estar y torear, poniéndolo el torero todo. Estocada al segundo intento. Gran petición, no conciendo la oreja el presidente, siendo ovacionado el torero.

En el quinto, volvió a dar otra lección de profesionalidad y torería, siéndole concedida una oreja y petición de la segunda que no concedió el presidente.

José María Manzanares recibió a su primero con media docena de verónicas en un palmo de terreno, siendo jaleado. La faena de muleta la comenzó suave sin obligarlo, llevándoselo al centro del anillo donde lo toreó con mucha maestría y aroma. Gran petición de oreja.

Cerró plaza y feria al sexto con filigranas, inventándose el torero la faena, arrancándole tras una gran estocada una oreja.

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