La gestión desarrollada en el centro de protección de menores Manuel de Falla, en la calle Zaragoza, en los últimos años ha reducido las denuncias en Fiscalía relacionadas con los internos, hasta tal punto que en los últimos tres años no se ha presentado ninguna, y también ha minimizado el absentismo escolar y el consumo. Detrás de estos buenos resultados está el equipo directivo y técnico (psicóloga y trabajadora social) que capitanea Juan Aragón desde hace ocho años, y que junto a casi al medio centenar de empleados entre (docentes, cocineros y personal de mantenimiento, inclusive vigilantes de seguridad) de un centro vivo las 24 horas del día, se convierten en la familia de los 22 usuarios que hay en estos momentos.
En la actualidad están un poco “sobredotados” ya que la ratio de estas dependencias tuteladas por la Junta de Andalucía es de 18 plazas, pero acusa directamente la llegada de pateras a Barbate o la zona de Conil porque actúan como centro de acogida “inmediata”. Un incremento que el director confía en que sea “circunstancial” toda vez que el plazo máximo marcado para la estancia de los menores es de nueve meses, aunque en la práctica suelen ser flexibles siempre que no hayan cumplido los 18.
Los menores tutelados en este centro suelen proceder de Casablanca y Kenitra, en el interior de Marruecos, donde abundan las zonas rurales de familias desfavorecidas que ven en España una “oportunidad” e incluso una “inversión de futuro” por eso llegan a pagar a las mafias el dinero de las pateras en las que sus hijos arriesgan su vida. “Vienen engañados”, apunta el director del Manuel de Falla, un centro que también en su última época se ha abierto cada vez más a la sociedad jerezana y a su barrio. Pese a todo, comenta, todavía hay quien lo confunde con un centro de internamiento al que se derivan a menores con medidas impuestas por un juez cuando la realidad es precisamente todo lo contrario.
“Es complicado vender este recurso con la crisis que hay porque hay quien piensa que qué bien están la familia de estos niños, pero es que al no haber acuerdo de repatriación con Marruecos la competencia de la administración autonómica es la de tutelarlos, porque están desamparados, no están acompañados y llegan indocumentados. Aquí se trabaja con ellos. No huyen de una guerra pero sí de una situación social grave”, relata Aragón, mientras muestra las entrañas de las dos casas que conforman unas dependencias que nacieron en los años 30 con las Hermanas de la Caridad como un recurso de auxilio social. Posteriormente, se convertirían en la Escuela Hogar José Antonio, que ofrecía servicios a un centenar de niños de familias desfavorecidas que los fines de semana volvían a sus casas. Luego pasó a ser un centro de protección pero de menoress nacionales hasta que en 2005 cambió su función a protección de menores extranjeros no acompañados, que es la que conservan hoy en día.
Hasta que cumplen los 18, en este centro además de preocuparse por su formación a partir del un convenio con el CEPER Victoria Alba, también se dedican a la incorporación familiar ya que más de un caso tiene familiares en otros sitios de España. Intentan contactar con ellos -tienen un mediador de árabe que es fundamental para la primera etapa en Jerez- para que vengan a visitarlos y se hagan cargo de los chicos. Mientras tanto la función del centro es clara: “Somos su familia”, concluye Aragón.
La formación en el CEPER
Victoria Alba dura ya seis cursos
“Estamos ubicados en el centro de Jerez, al principio hubo problemas claros de conductas, pero esto se ha normalizado; lo que queremos es que se conozca el trabajo que se hace aquí”, resalta el director del centro de protección tras subrayar el “esfuerzo” que se ha hecho por ser “transparentes” en el barrio y que ha empezado a dar resultados por fin. En este propósito se enmarcan las jornadas de puertas abiertas que vienen organizando en los últimos años dirigidos a colectivos concretos. Es el caso del CEPER Victoria Alba, que el pasado martes visitó las dependencias con su equipo directivo a la cabeza y su grupo de teatro bilingüe. La experiencia piloto que iniciaron hace seis años con un convenio para que los usuarios del centro den clases en el Polígono San Benito de lunes a jueves no deja de darles alegrías.
En el marco del programa de interculturalidad dan clases de lengua y matemáticas, a las que este curso se han sumado también inglés y TIC (Nuevas Tecnologías de la Información) con las que están encantados “porque Facebook es novedoso en Marruecos y es una forma de libertad para ellos”.
Como en todo los inicios “fueron complicados”,y más aún tratándose de un centro donde hay usuarios mayores, muchos de ellos jubilados, lo que les hacía sentirse “desubicados”. Una etapa que está superada pues incluso se plantean hacer las pruebas de acceso a Secundaria y abrirse hueco en la FP a posteriori. Atrás quedan otras fases más problemáticas en las que la escolarización en distintos institutos no funcionaba por falta de adaptación.