Nueve años y vino desde País de Gales, donde reside con sus padres, para hacer estación de penitencia como monaguillo en su Hermandad. Iba entusiasmado encendiendo velas y mirando hacia atrás para ver al Señor. Al llegar al templo se sentó junto a su padre y a su madre, escuchó las frases finales del Director Espiritual, del Hermano Mayor, aplaudió a reventar las manos cuando los costaleros salían debajo del paso de Misterio y cuando llegó la hora de levantarse para marchar a casa se rompió. Lloraba con desesperación porque no se quería ir del lado del Señor, del lado de la Virgen, porque no quería volver a su casa allá en las Islas Británicas. Con su inocencia, entre sollozos que hicieron derramar lágrimas a sus padres y a muchos hermanos de bastante más edad, preguntaba sin obtener respuesta “¿Papá, mamá, por qué nos pasa esto?”.
Y es que, a veces, la mayoría, nos quedamos en la superficialidad del espectáculo cultual y cultural que es la Semana Santa y no vemos las vivencias humanas que existen debajo de un antifaz o de una molía. ¿Qué sabe nadie de ese hermano del Cristo del Perdón que procesionó con cruz y cadenas? ¿Qué sabe nadie de esos hermanos que llevaban dos cruces clavadas en sus hombros? ¿Qué sabe nadie de esa niña que lloraba a lágrima viva porque había podido venir de Madrid para hacer estación de penitencia y que se tiene que volver a alejar de sus gentes nuevamente? ¿Qué sabe nadie de esos hombres y mujeres que van rezando detrás de los pasos?
La Semana Santa es coreografía, música, olor, calor, color...pero, fundamentalmente, es sentimiento y fe. Si los sentimientos no aflorasen, aunque solo sean una vez al año, la Semana Santa no existiría. Si no hubiese Fe en El la Semana Santa no existiría.
A partir de ahí se puede debatir que la Carrera Oficial se hace eterna y que los cortejos deben andar más rápido para que la gente de los palcos no abandonen, como han abandonado en muchos días, antes de que pasase la última.
A partir de ahí se puede debatir que los horarios del Jueves Santo son infumables o las razones por las que se pide un cambio de orden para después perder tiempo en Carrera Oficial y perjudicar a hermandades que vienen detrás. O se puede debatir si el cuenteo de Dani Carretero hace un bien o un mal a la Semana Santa o sobre los pasos de peatones...Todo es debatible, menos el sentimiento y la fe.