J.M.I.V. y J.C.I.M, padre e hijo, nunca se pensaron que un antojo de naranjas, que al final resultaron estar amargas, les iba a salir tan caro y les llevaría al banquillo de los acusados en un juicio por la vía de lo penal. Según relata el hijo a este periódico, los hechos se remontan a abril de 2018, cuando los dos regresaban en el coche a casa de hacer la campaña de la zanahoria en Torrecera, con otros dos compañeros más. Estaban contratados por una empresa de trabajo temporal. Cuando iban por la carretera de La Ina “mi padre vio un montón de naranjas en un campo tiradas en el suelo, y me dijo vamos a parar y nos la llevamos a casa para después de comer”.
Lo que no podían imaginar entonces es que por esta acción espontánea iban a tener que enfrentarse a un año y dos meses de cárcel por un presunto delito de robo con fuerza, además de correr con los gastos de reparación de una valla rota “que nosotros ni vimos”, que ascienden a 180 euros, y a lo que se agarra el fiscal para pedir esta condena, pues acusa a ambos de haberla forzado y partido para entrar y coger las naranjas de unos terrenos privados. Extremo que niegan tajantemente. “Yo ni me fijé; esta valla estaría ya rota”, señala.
Según detalla, apenas se entretuvieron. En el coche iban dos compañeros más de la campaña que se quedaron dentro, pararon en el arcén, y cogieron del orden de 20 naranjas entre los dos. Lo justo para llenar dos bolsas. No dio tiempo a mucho más, el joven, de 26 años, no lo recuerda pero “como mucho fueron dos minutos”. No se les pasó por la cabeza que en ese momento un guarda de uno de esos terrenos acababa de fotografiar su coche en la que se sustentaría la denuncia que meses después les llegaría a casa de la Guardia Civil, que inicialmente vino a nombre de su madre, al ser la titular del vehículo.
“En la carta nos decían que se había abierto una investigación por un tema de robo de muchos kilos de naranjas. Mi madre pensó que se habían equivocado. No le dimos importancia, pero entonces atando cabos caí en ese día que veníamos de la campaña de la zanahoria y se lo comenté. ¡Cómo íbamos nosotros a saltar y romper una valla si veníamos hartos de trabajar toda la mañana. Las cogimos del suelo!”. Así lo explicaron en el cuartel de la Guardia Civil, donde inicialmente tuvo que responder su madre, y donde él y su padre aclararon lo que ocurrió. “Es que es como dijo mi padre a los agentes: “si nosotros hubiéramos cargado el C1 de naranjas, ¿iba a venir yo aquí a decíroslo y a inculparme si hemos robado de verdad”, señala, convencido de que la denuncia “no tiene ni pies ni cabeza”.
De momento, el caso está en el Juzgado de Instrucción número 3, con la calificación del fiscal, que pide un año y dos meses de cárcel, mientras en los próximos días la defensa de ambos, que ejerce el abogado Jesús Almenara, del despacho Almenara-Alfaro Asociados, presentará su escrito, aportando además las declaraciones de testigos (los dos compañeros que iban en el coche), en el que pedirá la libre absolución, dado que “entendemos que no hay base que sustente esta calificación de robo con fuerza del Ministerio Fiscal a plena luz del día” a partir de los datos de la matrícula que tomó el guarda de los terrenos.
Desde ese día, ni han vuelto a comer naranjas, ni se les quita de la cabeza el tema. “Por un lado estoy tranquilo, porque voy a contar la verdad, pero tener que ir a juicio por esto; hay cosas muchísimos más graves que ni van a juicio. Lo veo una pérdida de tiempo para mí, que encima tengo que pedir el día porque estoy trabajando, para el juez y para quien denuncia. Que la justicia haga justicia con los que la tenga que hacer”.