A los profesionales de la UCI del Hospital de Jerez en especial, y a todo el personal sanitario en extensión.
Ahora que nos encontramos en la comodidad del hogar, y los días son más relajados, podemos tomarnos un momento para reflexionar acerca de todo lo ocurrido durante estas semanas pasadas.
El día 8 de marzo, mi mujer ingresó en urgencias del Hospital de Jerez con síntomas de una gripe. En la exploración inicial realizada, le diagnosticaron una neumonía bilateral, por lo que acertadamente, decidieron ingresarla en la UCI. Poco después, supimos que había dado positivo en el virus del COVID-19, así que nuestra preocupación aumentó.
Los días que siguieron a esto no fueron menos confusos. Nos rondaron todo tipo de preguntas, y aunque también tuvimos que soportar algún que otro bulo, siempre confiamos en el rigor médico y en la llamada de Manuel o Ángel, los médicos que la atendieron durante esos días, para saber cuál era su estado real. Fue difícil compaginar el día a día que nos traía el confinamiento, con la incertidumbre de no poder visitar a un familiar enfermo y tener noticias suyas solo por teléfono. La situación era nueva para todos, pero el personal de la UCI mostró la mayor comprensión del mundo en todo momento.
Gracias a las videollamadas, algo que pusieron en práctica por primera vez en el Hospital con ella, médicos, doctoras y enfermero/as nos acercaron a mi mujer demostrando una paciencia y cariño increíbles a diario. Valores que hacen a estos profesionales más humanos, si cabe.
Posteriormente, y tras 37 días, mi mujer abandonó la Unidad de Cuidados Intensivos para trasladarse a planta. Pueden imaginar la alegría y la emoción que sentimos todos, incluido, por supuesto, ella. Y aunque su estado mejoró, la atención no cayó. Esta vez, comprobamos por nosotros mismos el trabajo del personal sanitario, que si ya nos había impactado, lo sentimos más importante todavía hasta el día que por fin, salió del Hospital rodeada de aplausos.
Hoy, después de todo esta travesía, solo tenemos una palabra: GRACIAS. Queda un camino largo de recuperación, y aún falta para recuperar esa normalidad que conocíamos, pero si algo nos ha quedado claro después de esto, ha sido que tenemos los mejores profesionales sanitarios del mundo. Lejos de los gestores, que merecen un comentario aparte, son las personas que están detrás de las mascarillas, pantallas, monos y guantes las que salvarán esta pandemia. Y no son héroes de cómic, son de carne y hueso. Son ustedes, y nada más que ustedes, los mejores.
