Las lluvias que han comenzado esta semana en años anteriores presagiaban que ya era hora de comenzar a acudir a los llamados “mostos”, esos establecimientos entre viñas a las afueras de Jerez, en los que al más puro estilo "casa de la abuela", se deleitan los guisos más típicos de la zona. Este año, ya sea por el miedo o por los aforos reducidos a consecuencia de la pandemia, muchos no podrán disfrutar de estos guisos a los pies de las viñas.
Esto ha llevado a que muchos mostos hayan tomado la iniciativa de implementar en sus negocios el ya conocido por todos
TakeAway, ese anglicismo que desde que España se abriera a la fase uno de la desescalada rondó por las mentes de todos los hosteleros y que ha sido la tabla salvavidas de muchos establecimientos. Algunos como el “Mosto Domi” han sido los que han implementado esta novedad que en este otoño hará las delicias de aquellos que no quieran acercarse a degustarlo entre la albariza.
Sin embargo, el comercio que fue pionero en esta práctica allá por el mes de mayo fue el “Mosto Santa Teresa”. Lincy Macías, una de las gerentes de este mosto confiesa que esta propuesta fue lanzada “a raíz del confinamiento empezando con caracoles a los que le siguieron guisos como ajo, berza, menudo… lo típico”. Y es que este nuevo paradigma ha obligado a todos a adaptarse en función de las posibilidades siendo en algunos casos, una adaptación casi ‘in extremis’ para no tener que verse con el agua al cuello e impedir el cierre de su negocio.
“Esto nos ha ayudado mucho a nivel económico. Estamos con aforo limitado y además los que están viniendo al mosto, notamos que se están gastando menos dinero por persona y eso se nota. Al menos este servicio nos ha ayudado a paliar estas pérdidas”, reconoce Lincy, quien muestra además que ahora pueden “respirar tranquilos o al menos, hacer frente a estos meses”.
Este servicio de
TakeAway ha propiciado que esta empresa tenga que abrir un local en la Avenida Rey Juan Carlos I, la famosa avenida “del colesterol”, desde donde realizan los repartos. “Plantearnos el reparto desde nuestro establecimiento habitual era una locura, nos costaría el dinero. Además, en ese nuevo local tenemos a varios trabajadores, lo que ha hecho que no hayamos tenido que echar a nadie y todos conservan su trabajo, algo que nos enorgullece”.
Ahora que el otoño ha traído sus días lluviosos y ya tenemos que echar mano al abrigo para salir a la calle es cuando comienzan a apetecer estos guisos. Eso se nota en la demanda, ya que este comercio comenta que “desde que empezó el frío, ha sido un ascenso brutal en cuanto a guisos clásicos. Hacemos al día unos 40 o 50 kilos de ajo que es nuestro guiso estrella. Aunque la berza y la carrillada también tienen números muy similares”. Y es que esta clase de comercio con el también implementado reparto a domicilio, hacen un gran favor a personas de riesgo a las que se les aconseja no salir. “Notamos que muchos son personas mayores que son población de riesgo y antes venían al mosto y ahora se corta. Algunos nos dan hasta las gracias” reconoce agradecida la gerente del mosto.
Buscando a la juventud
Agradecidas también deben de estar las nuevas generaciones por tener como herencia estos mostos, salvaguarda de tradición jerezana y algo que tarde o temprano terminarán probando ya que ni niños ni mayores pueden resistirse a la tentación de un buen guiso de berza o un buen ajo. Pero a esta juventud hay que acercarla, es complicado que vengan por sí mismos. Para ello, dentro de estos pedidos también se pueden incluir hamburguesas, sándwiches o pizzas, un tipo de comida con la que están más familiarizados los jóvenes. “Hay jóvenes que primero vienen por este tipo de comida rápida y cuando vuelven ya piden nuestros guisos, es una manera de acercarlos a probar las comidas de nuestra tierra”, explica Lincy Macías.
En definitiva, se trata de evolucionar, como siempre ha acostumbrado a hacer nuestra sociedad, siempre en pos de la mejora. Es a lo que estamos obligados y parece que ha tenido que llegar una pandemia para que demos un paso al frente y terminemos de modernizarnos. Esta vez les ha tocado a los mostos y que gracias a esto, han conseguido preservar esta tradición otoñal.