Me considero, como la mayoría de las personas censadas en Sevilla, un ciudadano solidario. Pago con regularidad mis impuestos, deposito mis residuos en los adecuados contenedores que los seleccionan, cuido la limpieza de calles y plazas de mi entorno, utilizo la bicicleta para mis desplazamientos y no mi vehículo a motor, intento controlar el nivel de ruido de mi hogar para evitar la contaminación sonora de mi entorno, adorno mis balcones con plantas y flores variadas y, como valor añadido, comprendo y comparto la importancia que el turismo tiene para la vida económica de la ciudad, por lo cual soporto con una mezcla de complacencia y resignación las oleadas de turistas que diariamente obstruyen mi puerta (vivo en el Barrio de Santa Cruz) impidiéndome involuntariamente el paso.
Finalmente y por otra parte, debido a mi conocimiento de idiomas al haber residido en el extranjero durante algún tiempo, sirvo de guía improvisado asesorando a personas y grupos en direcciones de calles, plazas, comisarías, hoteles, monumentos y restaurantes varios, permitiéndome esbozar pequeñas anécdotas de la historia de la ciudad e, incluso, dejo la puerta de mi cancela abierta para que los visitantes admiren mi patio haciendo las fotografías que consideren oportunas.
Decididamente, como la mayoría de ciudadanos censados en Sevilla, me considero un ciudadano solidario con la imagen y los intereses económicos de la urbe. Pero, claro, inmediatamente pienso en las necesarias compensaciones que los residentes de la ciudad deberíamos recibir como sufridores, entre otros aspectos además de los enumerados, del traqueteo de las maletas de sus visitantes por sus calles y alojamientos turísticos (el redoble, parece ser para siempre, que acompañará a nuestra prosperidad económica local) y no se me ocurre otra idea que la de transmitir al turista todo lo esbozado en el párrafo anterior, es decir, la diaria actitud de los habitantes de Sevilla en hacer de la ciudad una urbe acogedora con vecinos que soportan estoicamente las incomodidades que producen sus visitantes, y que se preguntan sobre la necesidad de ver compensado su esfuerzo con una actitud solidaria de los mismos para con la ciudad y los sevillanos, participando con su actitud en hacer de ella un lugar cómodamente acogedor y no un despersonalizado parque temático.
Ciudades hay en el mundo cuyas autoridades municipales han entendido el problema, legislando en este sentido en favor de sus habitantes y estableciendo con claridad normas reguladoras de la actividad turística culminando, lo que a mi juicio parece un acierto, con el establecimiento de un impuesto turístico que solidarice a sus visitantes con sus habitantes y con la clara intención de contribuir a la mejora y progreso de las infraestructuras y servicios de la ciudad que les acoge. Ejemplos de ello hay suficientes: Venecia, Roma, París, Amsterdam; y en nuestro país, Barcelona y Palma de Mallorca, entre otras.
Este Impuesto Turístico, de estar implantado en Sevilla, una ciudad todavía con importantes carencias en infraestructura y servicios, podría servir para -entre otros objetivos y citando un importante ejemplo como muestra-, contribuir a reparar el manifiestamente mejorable firme y acerado de muchas de sus calles, que las hacen difícilmente transitables por sus parches y arreglos de circunstancia.
Por todo lo anterior y cercanas ya las elecciones municipales he decidido presentar mi personal candidatura inversa asegurando que votaré únicamente a la que presente una propuesta en términos parecidos a la siguiente (admito, por supuesto, el corta y pega): “La corporación municipal que surja de nuestra candidatura, consciente del valor del turismo para el progreso económico de la ciudad y también del impacto que el mismo produce en el normal desarrollo de la vida de sus ciudadanos, establecerá un Impuesto Turístico de carácter solidario a todos los visitantes a la misma, transmitiéndoles el propósito de integrarlos en el sostenimiento y mejora de la ciudad de Sevilla para su disfrute y el de sus habitantes, comprometiéndoles activa e ilusionadamente en el desarrollo de la ciudad.
Periódicamente se rendirán públicas cuentas de los ingresos y aplicación de los mismos a capítulos de mejora concretos derivados de este impuesto, con las correspondientes estadístísticas y controles”. Sólo así, pensando que los turistas que alegremente invaden los espacios de Sevilla contribuyen consciente y solidariamente a la mejora de la misma, los ciudadanos que la habitamos podremos sentirnos apoyados en su desarrollo, disfrute y convivencia diaria. Preparo expectante, pues, señores presidentes de las Candidaturas concurrentes, la papeleta con mi voto…