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Roberto Cantero: "Mi música refleja libertad; no depende de patrones económicos"

Perseverancia, esfuerzo y dedicación son las claves de su éxito. Con diecisiete ya editó su primer trabajo musical y en plena juventud compartió escenarios con Danza Invisible y Chambao. Candidato a los Grammy Latino, Roberto Cantero reaparece este sábado en el auditorio el Museo Ruso.

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  • Roberto Cantero

Empezó muy jovencito en el mundo de la música. Es todo un experto en esto.
–Sí. Comencé con diecisiete años y he pasado por muchos estilos, bandas e instrumentos. La verdad es que estoy metido en muchas historias diversas, muy eclécticas; son mi vida.
Es uno de los pocos que vive de su talento, la música. ¿Se considera un privilegiado?
–Sí que soy un privilegiado. He tenido la suerte de poder trabajar con las bandas malagueñas que han tenido éxito en el mundo entero, como Danza Invisible o Chambao, y me enorgullece.
¿Qué le ha aportado compartir escenarios con estos grupos de talla internacional?
–Me ha dado la posibilidad de ver mundo. Uno que se dedica a la música tiene la ilusión de subirse a un gran escenario. El hecho de que tu música se conozca fuera de tu ciudad, de tu país, es una aspiración que tenemos todos los músicos. Con Danza Invisible he recorrido toda España y con Chambao, qué decir, su proyección internacional es impresionante. De hecho, sigo trabajando con ellos.
Teclista, saxofonista, productor, flautista… Su versatilidad escénica y musical no tiene límites.
–Pues sí. Trabajo con grupos, en solitario... Soy una persona que lucho por mis propios proyectos, porque es una forma de reafirmarme más en el amor al arte. Mi música refleja la libertad que tengo de hacer lo que me gusta, de no depender de patrones económicos de la industria discográfica; no importa si genera o no dinero. Es una manera de ser honesto conmigo mismo. 
El éxito no le ha venido de la nada. ¿Cuál es el secreto?
–Es trabajar en cualquier estilo sin prejuicios. Hay músicas que me atraen más que otras, evidentemente, pero yo las hago mías y disfruto al máximo. No quiero que sea un trabajo mecánico y eso al final se nota. Creo que lo importante es tener la capacidad de ser feliz en cada entorno. 
Habla de su profesión con mucha ilusión y positivismo; una sensación que choca mucho con el panorama tan negro que vive en la actualidad el mundo de la música.
–Cada mañana me levanto diciendo “soy el hombre más feliz del mundo y doy gracias”. No creo en el dios que me venden, pero si hay algo divino y superior doy gracias a eso. Mientras dure lo estaré dando todo. Curiosamente, soy una persona muy optimista, a pesar de que todo está patas arriba por culpa de internet. Sí he visto una cosa muy positiva de toda esta crisis y es que los artistas que están haciendo cosas muy interesantes son muy honestos, porque ya no tienen la presión de cumplir en un mercado. Veo que hay mucho buen arte que no se difunde, porque está todo muy mal, pero, por otro lado, los proyectos que están saliendo son muy reales. Me quedo con la parte buena. 
¿Cree que en esta larguísima crisis que atraviesa la industria discográfica tienen parte de culpa los gobiernos de turno o tiene que ver con la irrupción de una forma  distinta de consumir la cultura?
–Con todos mis respetos, creo que todos tenemos culpa. Cada uno decide y tiene la capacidad de elegir algo que te enriquezca o que no. También es cierto que si hubieran más políticos interesados, más que en obtener votos en impulsar la cultura, nos iría mejor. Esto al final es una industria, una empresa que busca beneficios y la esencia del arte se va quedando de lado. Pero yo sigo siendo optimista.
¿Cómo ve el panorama cultural en Málaga?
–En Málaga he notado un cambio brutal en los últimos años. Estoy encantado con la proyección que está adquiriendo la música en mi ciudad. Los buenos jóvenes artistas que están apareciendo es algo maravilloso, hay una cantera estupenda. Los turistas ya no vienen sólo a la playa y a los chiringuitos, sino que también acuden a conciertos de jazz y a disfrutar de nuestra oferta cultural.
En el concierto de jazz que ofrece mañana en el auditorio de la Colección del Museo Ruso San Petersburgo junto a Daniel Amat vestirá de jazz composiciones de Chaikovski, Prokofiev y Stravinski. ¿Cómo ha sido la experiencia?
–Me agrada mucho meterme en estos berenjenales (risas). Cuando me lo propusieron me fascinó la idea. Con todo el respeto y desde la humildad hemos intentado dar un giro a piezas de fama internacional. 

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