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Bombero forestal del incendio de Sierra Bermeja: “Rabia y dolor por la vida de Carlos”

Israel, del Plan Infoca, lamenta que la mano del hombre haya provocado tanto daño, material y humano

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  • El fuego sigue activo, varios efectivos trabajan en las labores de remate para lograr apagarlo definitivamente
  • La orografía del terreno, escarpada y abrupta, dificulta los trabajos de extinción

“Rabia, dolor, tristeza, pena, por ver que una negligencia humana se ha llevado la vida de un compañero, de Carlos, y 10.000 hectáreas de un alto valor ecológico, que el tiempo dirá si lo vamos a recuperar”. Estas son las palabras de Israel De Rus, uno de los bomberos forestales del Plan Infoca que trabajó cuando el incendio era de nivel 2 y que a día de hoy sigue trabajando en la zona.

Es una nube de fuego. Literalmente llueve fuego

El fuego se declaró en la noche del 8 de septiembre, el día 14 ya se daba por controlado, pero aún no está extinguido.

En Sierra Bermeja hay dos agentes de medio ambiente, tres vehículos pesados de extinción y 27 bomberos forestales en las labores de remate y liquidación, por turnos. Entre ellos, Israel, que hoy le toca descanso.

Ahora todos los esfuerzos se centran en liquidar los puntos calientes existentes, para evitar que el fuego se reavive. Este guerrero cuenta a Viva Málaga que hay “restos de árboles que están a medio quemar o que arden por raíces que acumulan altas temperas, lo que se llama fuego del subsuelo”. El problema de estos puntos calientes es que “no prenden en el momento, sino que lo hacen en días posteriores”, alerta, por ello hay que extremar la vigilancia.

Estas labores de remate y liquidación no son “tan peligrosas” como cuando el incendio está activo, pero sí son “muy duras”. La orografía del terreno, abrupta y escarpada, complica el trabajo.

Durante el incendio: Días duros por el viento y la falta de lluvia

“El peor enemigo de los bomberos forestales es el viento”, esta fue la gran piedra en el camino que se encontraban día tras día los efectivos, ha recordado Israel: “Fue un viento con mucha velocidad, muy errático. A veces era de levante, luego cambiaba a poniente y viceversa”.

Esto provocó la acumulación de altas temperaturas. Incluso se crearon varios pirocúmulos: “Es una nube de fuego. Literalmente llueve fuego”.

Todo esto quedó atrás gracias a la ayuda de la lluvia. Tardó en llegar, pero llegó. “Dentro del incendio mirábamos al cielo, cuando se empezó a cerrar y a caer agua lo agradecimos muchísimo”, ha dicho Israel.

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