Durante estos meses de pandemia hemos observado las verdaderas necesidades que tiene esta sociedad, asumiendo como héroes a ciertos sectores laborales que ciertamente están viviendo esta situación desde las trincheras, arriesgando sus propias vidas y las de sus familiares para solventar las diferentes necesidades con las que se enfrentan en el día a día.
Pero los héroes no los determina una profesión, no están sujetos a una concreta formación, esos valores vienen determinados en los genes, se encuentran en la esencia de cada persona, independientemente de cuál sea su labor profesional. Cierto es que el sector sanitario está al frente de uno de los controvertidos escenarios jamás imaginados, pero no podemos olvidarnos de otros sectores profesionales que cada jornada se enfrentan a una realidad cambiante, desconocida e igual de necesaria, con mayor o menor riesgo y según las circunstancias.
Nuestra sociedad es una maquinaria estructurada de forma colectiva y cooperativa, un engranaje en el que todos somos imprescindibles, asumiendo una responsabilidad que requiere, máxime en estos tiempos, un mayor esfuerzo y una mayor conciencia de dicha tarea. Todos somos necesarios para afrontar las consecuencias de este virus, y son las actitudes y/o valores los que designarán ese grado de heroísmo, sin considerar la actividad en sí.
Necesitamos sacar a nuestros héroes, dar valor a nuestra responsabilidad y “partirnos el alma” en todo aquello que realicemos por y para los demás, contribuyendo desde cualquier oficio, dado que sin ese esfuerzo nos debilitaríamos y dichas carencias influirían negativamente en ese proceso contributivo y constructivo del que todos somos parte importante, y que espero nos lleve a la normalidad. Mi más sincero agradecimiento a todos aquellos que sacan su mejor versión ante esta crisis, sin ellos nada sería posible.