En el Palacio de Portocarrero se halla la clave del origen de las naranjas de California, hasta donde unos franciscanos llevaron las semillas de este frutal de Palma del Río (Córdoba) en el segundo viaje de Cristóbal Colón para plantarlas y prevenir la falta de vitamina C.
Palma del Río, gracias a su enclave entre la confluencia del río Genil y el Guadalquivir y al clima de la Vega, ha sido tierra de cultivo de estos cítricos y algunos de sus naranjos centenarios viven todavía en el maravilloso jardín del Palacio de Portocarrero, un lugar donde confluye "naturaleza, arte, historia y gastronomía" gracias a la esposa del actual propietario, la pintora sevillana Cristina Ybarra, que lleva 25 años con lo que considera "un proyecto de vida".
Como artista y experta en la historia de la localidad palmeña por la implicación de la familia de su marido en los avatares, ya no locales sino a nivel internacional, cuenta que uno de los propietarios del palacio, Luis Fernández de Portocarrero, primer conde de Palma, que servía a los Reyes Católicos, fundó en el siglo XVI un convento franciscano en la localidad, desde donde unos religiosos partieron en el segundo viaje de Colón para plantar semillas de las naranjas de Palma del Río a lo largo del Camino Real de California.
"Los monjes, que iban para fundar sus conventos, plantaron estos cítricos para prevenir el escorbuto", una enfermedad producida por la carencia de vitamina C que se caracteriza por ulceraciones en las encías y hemorragias, explica Ybarra a Efe en un paseo por el jardín cuya dirección artística ella misma ha dirigido.
Por ello, está desarrollando dentro del Palacio de Portocarrero el futuro museo de la naranja porque aunque Valencia produce más naranjas, la naranja palmeña excepcional, más temprana, en ella está el origen de la de California", además de contar con una variedad autóctona como la "cadenera" que la hace muy singular.
Este enclave mantiene los naranjos centenarios de lo que era el territorio de huertas más antiguo de Palma del Río, sobre el que se construyó el recinto más longevo datado y documentado; en el actual huerto, que pretende ser botánico, ya hay más de cien ejemplares de cítricos y semanalmente se incorporan más por parte de empresas y particulares, "una joya para investigadores" agroalimentarios.
Hay variedades de "eurosemillas" como la "tango"; más antiguas como la "citrus australasica", que tiene forma de pequeño melón; la calamondina, procedente de China; la kumquat; la autóctona cadenera; la sagustiana; la mandarina morumbi; la lima roseta; la lima de rambut; la mano de buda; la sanguinelli y hasta una bergamota traída de Calabria (Italia).
Además, todo el recinto está declarado como Bien de Interés Cultural (BIC), es el único palacio histórico de toda la Vega del Guadalquivir y su valía reside tanto en su arquitectura, restaurada según documentos históricos fieles a su originalidad, como en las efemérides históricas que en él tuvieron lugar: allí se celebró la boda de Gonzalo Fernández de Córdoba, "El Gran Capitán", con María Manrique de Lara.
Por ello no es de extrañar que en febrero de 2004, el director Ridley Scott usara el palacio para rodar El Reino de los cielos evocando escenarios orientalista que evocaban Tierra Santa.
Cristina Ibarra insiste en que "la naranja es salud, prevención de enfermedades, es historia, usos populares, hábitos saludables" en definitiva, es un patrimonio cultural y de la naturaleza de esta localidad cordobesa dentro de un enclave único, como es el Palacio de Portocarrero, visitable previa reserva desde su web y un lugar ideal para celebraciones con sabor y, sobre todo, con un olor que lo convierte en un oasis cítrico de ensueño.