Una imagen tomada por el telescopio espacial Hubble de la NASA / ESA, muestra el colorido 'último adiós' de una estrella como el Sol.
La estrella está terminando su vida despojándose de sus capas exteriores de gas, que forman un capullo alrededor del núcleo restante de la estrella. La luz ultravioleta de la estrella moribunda hace que la materia brille. La estrella quemada, llamada enana blanca, es el punto blanco en el centro. El Sol finalmente se quemará y envolverá con restos estelares de forma similar, pero no hasta que pasen 5.000 millones de años.
La Vía Láctea está llena de estas reliquias estelares, llamadas nebulosas planetarias. Los objetos no tienen nada que ver con los planetas. Los astrónomos de los siglos XVIII y XIX las llamaron así porque a través de pequeños telescopios se parecían a los discos de los planetas distantes Urano y Neptuno.
La nebulosa planetaria en esta imagen se llama NGC 2440. La enana blanca en su centro es una de las más calientes conocido, con una temperatura superficial de más de 200.000 grados Celsius. La estructura caótica de la nebulosa sugiere que la estrella derramó su masa de forma episódica. Durante cada explosión, la estrella expulsó material en una dirección diferente. Esto se puede ver en los dos lóbulos en forma de pajarita.
La nebulosa es también rica en nubes de polvo, algunas de las cuales forman largas rayas oscuras en dirección opuesta a la estrella. NGC 2440 se encuentra a unos 4.000 años luz de la Tierra en la dirección de la constelación austral de Popa, informa la NASA.
El material expulsado por la estrella ilumina con diferentes colores dependiendo de su composición, su densidad y lo cerca que está a la estrella central caliente. El azul revela helio; el azul-verde oxígeno y el rojo nitrógeno e hidrógeno.