China, un país en el que los gestos importan, y mucho, efectuó a través de ellos una contundente declaración de intenciones durante las visitas a Pekín esta semana del líder francés, Emmanuel Macron, y la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen.
La atención que el presidente chino, Xi Jinping, otorgó a Macron, con quien compartió más de seis horas entre cenas y reuniones, contrasta con el breve y sobrio paso por la capital china de Von der Leyen, que el jueves esgrimió un discurso más firme ante Pekín.
El Ministro de Exteriores del país asiático, Qin Gang, ya avisó en marzo de que China iba a "pisar el acelerador" de su diplomacia después de tres años cerrada por la covid y, según apuntan algunos analistas, Europa es uno de los socios más importantes que China quiere mantener.
"No obstante, en los últimos años ha habido multitud de problemas y desafíos, y la relación entre Pekín y Bruselas se ha vuelto cada vez más complicada", comenta el analista Cui Hongjian, del Instituto chino de Estudios Internacionales, al periódico South China Morning Post.
Según Cui, ambas partes han dado gran importancia a la visita de Macron. Por parte de Pekín, "no solo en reconocimiento del estatus de Francia como gran potencia, sino también con la esperanza de reparar y fortalecer los lazos con Europa".
Pekín pide a Bruselas "autonomía" y que no siga a pies juntillas el discurso de "confrontación" que Estados Unidos mantiene con el gigante asiático.
De ahí el trato a Macron, recibido con alfombra roja y todos los honores por el propio canciller Qin Gang para una visita de tres días que incluyó una parada el viernes en la ciudad sureña de Cantón. A Von der Leyen la recibió un ministro de menor rango en la salida general para pasajeros.
En Cantón, el mandatario francés cenó por segunda vez con Xi tras haber sido agasajado con otro banquete el miércoles.
Es raro que Xi se encuentre con líderes extranjeros fuera de Pekín, y se eligió Cantón porque, opina Cui, tiene una posición "única" en el desarrollo económico chino y representa alrededor de una quinta parte del comercio total de China con Francia.
Mientras, Macron, que buscaba "erigir una voz propia", según Cui, ha mantenido un tono amistoso durante su viaje, recalcando que ni su país ni Europa deben desvincularse de China y que, al contrario, sigue comprometido a multiplicar las relaciones, sobre todo las comerciales, con el país asiático.
No en vano, en el marco de la visita, las autoridades chinas dieron luz verde a un pedido al fabricante aeronáutico europeo Airbus de la compañía de alquiler china CASC por 160 aviones.
"Desde la perspectiva china, Macron, que ha defendido lazos económicos estrechos con Pekín y ha hablado de los beneficios de no tomar partido entre China y Estados Unidos, está en una buena posición para ayudar a reparar los lazos con Europa", comenta al diario hongkonés otro analista citado de forma anónima.
VON DER LEYEN, LA CRUZ DE LA MONEDA
El recibimiento de Macron contrasta con la veloz visita de Von der Leyen, quien tras la reunión trilateral que mantuvo con los presidentes chino y francés apenas ofreció una sobria y breve conferencia de prensa en la sede de la delegación de la UE.
En esa trilateral hubo otro gesto revelador: Xi recibió a Macron en persona antes de su encuentro, pero Von der Leyen subió sola las escaleras para sumarse a la reunión con los dos mandatarios.
Y mientras los medios estatales chinos alababan la relación chino-francesa, las redes sociales calificaban a Von der Leyen de "títere estadounidense".
"Es capaz de vender a Europa para beneficiar a EEUU, y no escatima esfuerzos para empujar a Europa a enfrentarse a Rusia. Si ha visitado China es solo gracias a Macron", indicaba un artículo publicado en redes sociales afiliadas al Ministerio de Defensa chino.
Y si bien Macron eludió plantear el siempre espinoso tema de Taiwán -isla que Pekín reclama- en sus encuentros con Xi, Von der Leyen no dudó en sacar el tema a la palestra.
"La estabilidad en Taiwán es de importancia vital. Cualquier cambio unilateral y por la fuerza del actual statu quo es inaceptable", indicó la funcionaria europea.
En ese momento, Xi pasó del gesto a la palabra: "La cuestión de Taiwán es el núcleo de los intereses de China y cualquiera que crea que China hará cesiones en ese asunto se está disparando en el pie", espetó.
Von der Leyen también habló sin tapujos de los "riesgos y desequilibrios" que "han de abordarse" en las relaciones entre Bruselas y Pekín, y tiró varios dardos como el "insostenible" déficit comercial entre ambos, que "se ha triplicado" o "las políticas chinas que impiden el acceso de algunos productos al mercado del gigante asiático, entre otros.
Y de fondo, la guerra en Ucrania, asunto sobre el que tanto Macron como Von der Leyen trataron a su manera con el objetivo de que China se implique más para lograr la paz.
Pero Xi, impasible, se limitó únicamente a reconocer que "la crisis se prolonga" y que es "difícil de resolver", y volvió a pedir "calma y racionalidad" a todas las partes.
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La diplomacia china de los gestos: cal para Macron y arena para Von der Leyen
Macron buscaba "erigir una voz propia" y ha mantenido un tono amistoso durante su viaje, recalcando que ni su país ni Europa deben desvincularse de China
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