Hace casi tres décadas que conozco el quehacer de Antonio Daganzo. Corría el año 2004 cuando apareció publicado su primer poemario, “Siendo en ti aire y oscuro” (2004). Desde entonces, he seguido muy cerca la obra de este madrileño de buen corazón y preciso verbo, que aúna en su persona cordialidad, complicidad y fidelidad.
Siete libros de versos y dos novelas siguieron a su citado bautismo lírico. En 2014, vio la luz,
Clásicos a contratiempo, un ensayo que abrochaba un puñadode grandes nombres de la
música cultaal par de sus deslumbrantes creaciones, capaces de resistir, con su impronta imperecedera, con su voluntad de trascender y permanecer, el despiadado y abrumador paso del tiempo. El volumen debía su título a un programa radiofónico que el propio Daganzo ofreció en una emisora de radiode 1996 a 2008
.Aquella meritoria tarea, fue llevada al papel y recogía, queda dicho, una excelsa hilera de piezas y compositores que se iniciaba con “Los madrigales” y “Orfeo” de Claudio Monteverdi y se cerraba con los “Cinco coros castellanos” y “El mozo de las mulas”, de Antonio José. Entre medias, “El Mesías” y la “Música acuática” de Haendel, las “Bodas de Fígaro” y el “Réquiem” de Mozart, el “Carnaval” y “Amor de poeta” de Schumann, el “Segundo Concierto” y la “Segunda Sonata” de Chopin, el “Rigoletto” y el “Falstaff” de Verdi…
Nueve años después, se edita “Música, delicias del sombro” (
Ondina.
Colección Teknós, 2023). Esta entrega viene acompañada de un revelador subtítulo:“De Palestrina a Augusta Holmès: 100 curiosidades del repertorio clásico internacional”.
En su introducción, anota el autor que “este nuevo trabajo se aleja del repertorio habitual y desea mostrar muy numerosas estampas de un infrecuente universo”. Lo que el lector tiene, pues, ante sí, es un arco cronológico que abarca desde el siglo XVI hasta bien entrado el último cuarto del siglo XIX. Y el objetivo no es otro que celebrar algunas partituras menos conocidas de muy renombrados creadores y, a su vez, dar cuenta de otros compositores secundarios a los que no se ha atendido con igual justicia o rigor.
Desde dichas premisas, acompañan a estas páginas el “HexachordumApollinis” de Pachelbel, el “Concerto grosso nº 1 en fa menor”, de A.Scarlatti, el “Concierto para violín, en Re mayor”, de T.Albinoni, el “Confitebor tibi Domeni”, de Pergolesi, “La streghe”, de Paganini, “El llanto de las musas de la muerte de Lord Byron”, de G.Rossini, “La primera noche de Walpurgis”, de F.Mendelsshon, los “Liebeslieder”, de J.Brahms, la “Roma” de G.Bizet… junto a otras tantas y significativas composiciones que conforman un atlas melódico y sugeridor del que aprender y gozar.
Entre la verdad y la belleza, entre lo sensorial y lo intelectual, entre la realidad y la conciencia, la melodía que dicta con su prosa Antonio Daganzose torna un idioma vívido y cómplice. Porque al hilo de su pluma resuenan sus cálidas
notas,plenas de gusto y rigor.
Invitados quedan, pues, a degustar esta armónica y rítmica música del alma.