Puerto Serrano se ha hecho un hueco en el mundo de lucha de brazos en apenas una década. Hace justo ocho años, la localidad gaditana acogió el I Campeonato Internacional. Desde entonces, el pabellón municipal ha sido escenario de una Copa de España y otros dos campeonatos nacionales. El último, el año pasado, con apoyo institucional, tanto del Ayuntamiento como de la Diputación Provincial. Pero todo,
gracias a la afición de 'los Galvines'.
“Ni siquiera sabíamos que había competiciones oficiales”, admite Alberto, miembro de la saga y uno de los impulsores del club polichero que ha conseguido que el pueblo esté en boca de los seguidores y los profesionales.
“Era tradición familiar echar pulsos”. Desde hace 35 años, no en vano, organizan una competición local conincidiendo con la feria, en agosto. Pero la mítica película ochentera 'Yo, el Halcón', primero, e internet, después, sirvieron para estimular aún más la pasión por una disciplina que hoy su familia practica profesionalmente. “Nos enganchábamos a lo bruto,
ahora hemos refinado la técnica”, relata sin poder ocultar la satisfacción por la evolución experimentada en tan corto espacio de tiempo.
El concurso de Jaime Urcaregui fue fundamental. Urcaregui, palenciano, fue uno de los pioneros de la lucha de brazos en España, y quien, entre otros, ofreció asesoramiento a los Galvines. Con Joaquín Garrido Laso y Sergio Mestres Escámez, formó parte de la recién constituida
Asociación Española de Lucha de Brazos, bajo el mecenazgo de Francisco Jové Feliu. Entre 1989 y 1995, muy joven, se dedicó a tiempo completo a difundir por toda España el deporte, aprovechando el impacto de la película de Sylvester Stallone, y compitiendo al máximo nivel.
Dos veces campeón de Europa, abandonó el deporte con cierta frustración tras quedar segundo en siete ocasiones en la competición mundial. “La lucha de brazos es muy exigente, como un arte marcial”, asegura al otro lado del teléfono. Urcaregui recuerda que
dedicaba todo el día a entrenar y visitó hasta 35 países para disputar campeonatos.
“Volví a practicarlo hace unos años animado por mi mujer”, cuenta. Pero ahora solo dedica dos horas diarias a fortalecer musculación y articulaciones con ejercicios específicos con manijas y agarres en la mesa de competición que tiene en su casa. Ganar no es su obsesión.
Lo que no se le quita de la cabeza es conseguir que la lucha de brazos cuente con federación y sea reconocido por el Comité Olímpico Internacional (COI). “Iniciativas como las de Puerto Serrano son muy positivas porque impulsan un deporte” que, subraya, tiene miles de aficionados en EEUU o en los países del Este y que cuenta con un buen puñado de mujeres. No entiende ni de sexo ni de edad. Urcaregui, sin ir más lejos, entrena con su hija de diez años habitualmente.
Alberto Galvín también anima a los más jóvenes. El club ahora mismo tiene una treintena de socios y cuenta con los aparatos neceserarios para entrenar específicamente para este deporte.
“Hay afición en la provincia”, afirma, pero la profesionalización reduce considerablemente el número de oponentes para practicar. Hay que tener técnica, es muy importante la velocidad, el arranque, cuando el árbitro exclama “Ready... Go!”, dando inicio al combate, pero “sin fuerza no hay nada que hacer”, apunta. “He llegado a echar unos 200 pulsos en un solo día”, asegura. Es agotador.
El futuro a corto plazo, sin embargo, no es cuestión de músculo. La pandemia ha aplazado el Campeonato de España a otoño. Entre tanto, Alberto continuará dedicando gran parte de su tiempo para continuar agrandando su palmarés y
consolidar la posición de Puerto Serrano como referente del deporte.