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Lunes 20/05/2024  

Querida taberna

Algo se muere en el alma: Huerto Paco, la bodeguita de Rafaela

A Rafaela hoy se le quiebra la voz, le tiembla. El rostro se le demuda. “Mañana es el último día”, repite, como clamando a los mismos demonios...

Publicado: 08/05/2024 ·
13:47
· Actualizado: 08/05/2024 · 13:48
  • Rafaela atiende en la taberna. -
Autor

Andi Koetxea

He publicado los libros “Huelva choquera y tabernera” (2021) y “Sevilla, la ilustre taberna” (2023). El mundo de los bares y las tascas es la excusa perfecta para sumergirme en la antropología de la vida cotidiana

Querida taberna

Cerca del mostrador de bares y tabernas pasan cosas, y algunas muy curiosas. Este blog atrapa al vuelo esos sucedidos para que caigan en buenas manos

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A Rafaela hoy se le quiebra la voz, le tiembla. El rostro se le demuda. “Mañana es el último día”, repite, como clamando a los mismos demonios que hoy la tienen rota. Sabe que el tiempo se acaba. Los buenos tiempos y los tiempos duros. Lleva semanas recibiendo el cariño de sus parroquianos. Es un regalo y a la vez sabe que el cariño no se regala. Se da con generosidad porque se merece.

Le sienta mal que, con este cierre, también da portazo a las vivencias de tantos años y que deja a la gente en la calle. Los desahucia de ese rincón que necesitamos para celebrar la vida.

También sabe que se va por la puerta grande. Los números siguen saliendo. No tanto como creen algunos, que le dicen con sorna que seguro que se acuesta entre billetes. Ella lo niega y es evidente que los márgenes en un bar de barrio dan para vivir. Y si son algo más pródigos es porque, en este caso, Rafaela echa más horas que el reloj. Dejarse la piel y la salud para tirar pa'lante.

Y es hoy la salud la que manda. El marido también está pachucho y los hijos apenas pueden echar una mano. No es suficiente y la decisión es meditada. Lo ha ido madurando. Eso no resta un ápice de congoja. Pero Rafaela sabe que hace lo correcto.

Querría seguir porque, se le nota, aquí está gran parte de su vida. Se llevó trabajando para Rafael veintisiete años. Rafael es el tabernero que regentaba el negocio. Era tan solo una taberna. O sea, mucho, para un barrio de currantes. Y durante tres años en los que se hizo cargo Rafaela siguió siendo una taberna. Esa en la que los parroquianos se encuentran a diario. Donde se cuentan las cosas de sus rutinas del trabajo, de la casa, de la familia.

Con Rafael ella era, principalmente, los brazos del negocio. En estos tres últimos años ha sido también la cabeza. A la que no se le puede escapar nada para tener la despensa en orden. Porque Rafaela sumó una carta de buenas tapas de cocina. Eso cansa y desgasta cuando ya Rafaela joven no es.

Los parroquianos ven el fútbol en Huerto Paco.

Los fines de semana hay más jaleo. La gente anda más despendolada y la algarabía es más apasionada. Hoy juega el Madrid semifinales de Champions. Nada nuevo bajo el sol. Le remontan, le achuchan, casi le golean. Al final empata. Nada nuevo bajo el sol. La gente acompaña con el griterío el evento deportivo. Lo de siempre. Pero hoy es un día distinto para muchos y para ella. Un cliente de los fieles lleva un día fatal. A estas horas se le nota vacilante en su deambular por la taberna, como sin rumbo ni serenidad. También él anda muy dolido porque la Bodeguita cierra. Dónde comer los montaditos de chorizo de Fuente de Cantos. Del pueblo de su madre. Eso le preocupa mucho y le causa un sufrir nostálgico.

Hablamos con Rafaela. Me gusta el nombre. Rafaela es un nombre grande, como corresponde a una señora. Porque ella es una señora. Con todas las letras. Pero también es Fali, juvenil y con ilusiones. Hoy que es un día agrio también es dulce. De repente esgrime una sonrisa y nos cuenta cómo le encanta hablar. Cómo trabajó años con su hermana, en su bufete de procuradora, y que colaboró bastante en el programa de jazz de su hermano, en una radio local. Sonríe porque ahora quiere retomar lo segundo. Ahora va a encontrar el hueco para ello. Jubilación, jubilare, lanzar gritos de alegría. La etimología en este momento está de nuestra parte. Eso es lo que parece defender Rafaela con sus últimos deseos expresados.

Rafaela es parte del barrio y, aún hoy, de la Bodeguita Huerto Paco. Así que nos deja porque tiene que seguir sirviendo los caracoles de Jerónimo, las tapitas olorosas, las habas enzapatás.Más cubatas, que mañana es uno de mayo y no se trabaja.

En las paredes hay frases de esas que uno se encuentra en las tazas de Mr. Wonderful. Hoy, aquí, sí me parecen de verdad. No un pastiche para positivismos baratos.

Nosotros volvemos a la mesa. Es de esos ratos que gustan. Con debates y polémicas, con historias vividas que parecen irreales. Hablamos de que la calle andaba plagada de yonquis zombis en los ochenta. En la que llamábamos ruta de la plata.A Belén aún se le pone el vello de punta acordándose de detenidos pasando el mono en los calabozos del juzgado de Algeciras. Dándose sin tino golpes en el vientre, padeciendo un síndrome de abstinencia que no tenía miramientos. Cuando era aún novata y ya tenía que lidiar con asuntos de veterana. Yo recuerdo cuando en El Rompido hacían limpias periódicas de guardias civiles en el cuartel. Habla Luichi de que no sé qué organismo, que ha dicho que hace falta la llegada de veinticuatro millones de inmigrantes para trabajar en España si queremos que el sistema de pensiones no quiebre. Parecen muchos y las bromas surgen. A Luichi se le ha ido la pinza con esa información que cree haber escuchado. Al final resulta que su memoria no ha fallado. Marisol de cuando en el proyecto AMMAR (Atención a las mujeres en situación de marginalidad) fue el anclaje de seguridad para la dignidad de muchas, esa integridad que siempre se desliza por el borde del precipicio. Mónica, Míguel… cada cual va poniendo su granito de arena, su opinión con su mijita de humor e ironía. Un buen grupo de amigos a lo suyo.

Aunque no venimos demasiado, este lugar nos gusta. Es una casualidad que aterricemos por aquí justo en su despedida. Luichi defiende la teoría de la causalidad. Yo no lo entiendo así, pero aquí estamos, viéndolo venir.

Rafaela sigue en su brega, aparentemente como si nada pasara. Lo de la procesión que va por dentro se ve a la legua. Hoy es para ella un viacrucis en la taberna de su vida.

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