Ayer tarde, en la Iglesia de la O, el rumor de los abanicos y los murmullos acompañaban a la Virgen del Carmen, preparada para su salida que la llevó a recorrer las calles de Rota y el litoral para bendecir las aguas, una antigua tradición. De hecho cuentan los mayores que antes no se permitía el baño a los niños hasta que la Estrella de los Mares no bendijese las aguas a su paso.
Algo más tarde de la hora prevista, en torno a las siete, franqueaba la puerta de la Iglesia de la O la cruz de guía, y la Hermandad de Nuestra Señora del Carmen ponía el pie en la calle con la compañía de roteños y visitantes que la esperaban. Dentro de la Iglesia, la cuadrilla se hacía la foto de recuerdo de rigor frente al paso de la Virgen, y la hermana mayor de la Hermandad del Carmen, Rosa Mª Sánchez, hacía entrega a la pregonera de este año, María del Carmen Herrera, de una estatuilla de la Virgen.
Tras una visita a la capilla de la Virgen de la Amargura con motivo de la celebración de su 50 aniversario, salía la Virgen del Carmen a la calle a los sones de la Salve Marinera, y escoltada por representantes de la Marina Española, entre ellos el nuevo Almirante de la Base, con uniforme de gala. Con el acompañamiento musical de la Banda de Nuestro Padre Jesús Nazareno, la Virgen se encaminó a hombros de los costaleros hacia el muelle, cruzando el arco del faro antiguo, y así hasta la lonja pesquera, donde fue bajada de su paso y trasladada a pulso hasta la embarcación que los últimos años la ha llevado a su paseo marítimo, la Hermanos Corbeto.
Una vez allí, y ante cientos de personas que se agolpaban en el muelle para verla partir, la Virgen iniciaba su camino acompañada por más de una veintena de embarcaciones, entre ellas una de la Armada Española, distintas embarcaciones de Protección Civil, y muchas particulares.
No faltó la ofrenda floral en las aguas como homenaje a los fallecidos en el mar, y la Virgen recorrió la costa roteña de punta a punta ante los miles de bañistas que ayer, un día de calor intenso, llenaban las playas. Tras este paseo, regresaba a tierra y a su paso, donde de nuevo se iniciaba un recorrido por las principales calles del centro de la localidad, para volver a su templo a la hora prevista y tras haber llenado de bendiciones a un pueblo de historia campera, pero también muy marinera.