Francisco Sánchez Reyes, José Rodríguez Gómez, Sebastián Gómez Gómez, Manuel Roldán, Tomás Otero y Francisco Pérez Iglesias han estado los últimos tres años reuniéndose en el Museo Histórico Municipal con el historiador Diego Moreno García para hacer posible lo único que se les permitió soñar: dejar testimonio de la historia de miles de personas de La Isla y de la suya propia a través de un libro que habla de la grandeza de la Constructora Naval y de su caída y venta en uno de los episodios más vergonzosos de finales del siglo XX y principios del XXI.
La Constructora, su grandeza y su tragedia, fue presentada en el Centro de Congresos Cortes de la Real Isla de León en el auditorio, absolutamente lleno, con muchas caras que aparecen en las hemerotecas de finales de siglo en la sección de Laboral, precisamente los últimos que quedaron de un despiece de la principal fábrica de bienes de equipo de Andalucía que sobrevivió casi un siglo, hasta su desmantelamiento y venta de los suelos con uso residencia.
Fue capaz de pasar una dictablanda, una república fracasada, una dictadura y una democracia que se consolida, pero fue incapaz de sobrevivir a las peripecias de las administraciones, a los intereses oscuros y a la firme intención de acabar con ella, quizá porque cuenta el anecdotario popular que un gobernante juró cerrarla sabiendo lo que allí se había vivido en otros tiempos.
Diego Moreno García fue el encargado de explicar el proceso de confección del libro, desde que el último presidente del comité de empresa de Fábrica San Carlos llevara al Museo el archivo fotográfico y documental de la empresa hasta que las casi 400 páginas del libro han visto la luz ilustradas con un centenar de fotografías. Un libro editado por los propios autores con el que quieren conseguir que la gente de ahora sepa qué ocurrió realmente en el proceso de cierre de la fábrica, “con datos que van a sorprender a los propios trabajadores” –decía Paco Sánchez Reyes, cuanto más al público en general.
El propio ex presidente del comité de empresa, el último dueño de la Constructora, que la compraron los trabajadores intentando por todos los medios seguir adelante y no cerrar, se encargó de repasar los diferentes capítulos. No los contó, porque para eso está el libro, pero sí dejó claro que en sus páginas está toda la verdad, la conocida y la desconocida y los nombres de muchos que para bien o para mal han formado parte de su gloria y decadencia.
Los miles de puestos de trabajo que proporcionó a San Fernando en sus mejores tiempos se quedaron en apenas 200 antes de 1999, cuando todo se convirtió en buscar una fórmula para dar una salida lo más digna posible a los trabajadores, esos que hasta el último momento estuvieron al pie del cañón y a los que vencieron los elementos. Sólo los elementos. De todo tipo y condición.
Hacerse con un libro es hoy tarea difícil porque se han hecho pocos, los que les daba el dinero que reunieron “y que poco a poco recuperaremos”. Pero no ganarán nada. El precio del libro es el resultado de dividir el número de ejemplares -150 ya agotados- por lo que ha costado la edición, aunque han llegado a un acuerdo con la imprenta para tirar más ejemplares por petición previa.
Entre tantos datos, muchos personales de esos que no se cuentan más que en familia, de lo que pasaron los trabajadores y sus familias, de las secuelas que les quedaron… Entre tantos datos de bienhechores y especuladores, la sana intención de dejar constancia de lo que fue capaz de ser la Constructora, del orgullo de haber trabajado en ella. Y la advertencia a las nuevas generaciones de que no dejen que vuelva o ocurrir lo que ocurrió en una empresa que se ganó el prestigio de toda España.