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Ballester: "En los cargos no se puede estar a cualquier precio"

Secretario general de la Exposición Universal de Sevilla de 1992, pasa revista a un trabajo que realizaron de manera inmaculada hasta ser cesados.

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Fue uno de los hombres que tuvo sobre sus hombros la pesada carga de ilusionar no sólo a una ciudad, a una comunidad autónoma, sino a todo un país que había salido de una Dictadura de 40 años.

Un grupo de hombres cuya integridad les privó de los honores pero no de la satisfacción del deber cumplido. Y lo que hicieron, además, permanece como un proyecto tangible en la capital andaluza y como la herencia espiritual de que los españoles son mejores de lo que ellos mismos creían.

A sus 75 años y con un larguísimo currículo a sus espaldas, José Luis Ballester Almadana sigue ejerciendo la Abogacía en su despacho de Sevilla.

¿Cuántos años hubiera tardado Sevilla en solucionar sus problemas de infraestructuras si no hubiera sido por la Exposición Universal de 1992?
—No hubiera sido una cuestión de tiempo, sino que muchas cosas no se habrían hecho. La ventaja de la Expo es que fue una gran ocasión para transformar todo Sevilla y su entorno y esa ocasión no se repite muchas veces en la vida. Se dio un salto espectacular y la Expo contribuyó porque se coordinaron todas las administraciones, la estatal, la autonómica y la local, todo el mundo apretó en la misma dirección, tuvimos la extraordinaria suerte de tener un extraordinario comisario general como fue Manuel Olivencia que entusiasmó el Gobierno; y en el Gobierno estaban dos personas muy importantes para Sevilla en aquel, momento, que fueron el presidente (Felipe) González y el vicepresidente, Alfonso Guerra.

¿Se ha reconocido el trabajo que se hizo?
—En términos generales, sí. Felipe González y Manuel Olivencia fueron nombrados Hijos Adoptivos de Sevilla a instancias del alcalde (Juan Ignacio) Zoido y creo que se hizo justicia en aquel momento y se ha reconocido en general. Creo que ahora que han pasado 25 años, se hace un poco de balance y se mira qué es lo que queda, la huella que dejó la Expo, que es muy importante y que no sólo es material, sino que es espiritual. La gente lo valora. No sólo la gente de Sevilla sino la de los alrededores, sabe la importancia que tuvo. Hemos celebrado este año los 25 años, ha venido el Rey Emérito y la Reina porque son conscientes del papel importante que se jugó en aquel momento; se han celebrado los 25 años de la llegada del AVE y sin Expo no habría habido AVE o habría tardado muchos años en llegar… y todo eso creo que hoy se valora. La transformación física de todo el entorno de Sevilla, aeropuerto, estación de ferrocarril de Santa Justa, los puentes, la eliminación de la valla de (calle) Torneo, las comunicaciones… La Expo hizo un recuento de prioridades y de deseos históricos de la ciudad y del entorno, lo hicimos en aquel momento y se nos dijo que estábamos escribiendo una carta a los Reyes Magos. Yo he comparado nuestro Plan General de 1985 con lo que se había conseguido: casi el 90 por ciento de lo que era la carta a los Reyes Magos se convirtió en realidad..

Ha hablado usted de un legado espiritual. El estructural lo tenemos ahí. El espiritual es que éramos un pueblo que veníamos de una dictadura, que sentíamos que todo el mundo nos miraba por encima del hombro… y nos dicen que vamos a hacer una Exposición Universal con Chicago, que suponía que iban a tener a un antagonista al que medirse. ¿Ustedes se lo creían?
—Cuando iniciamos la tarea la única exposición reconocida era Chicago. Sevilla se unió después y se consiguió que la Oficina Internacional de Exposiciones accediera a la única forma que cabía para que Sevilla fuera sede de Exposición, que hubiera dos sedes, una conmemorativa del V Centenario del Descubrimiento y Chicago que ya estaba. Yo juré mi cargo como secretario general de la Exposición Sevilla-Chicago. Y esa parte espiritual importante del esfuerzo que se hizo es que Chicago no pudo llegar a tiempo. Chicago, que había empezado antes, tuvo que tirar la toalla porque no cumplió y Sevilla pudo cumplir frente a la idiosincrasia nuestra que creemos que no somos capaces. Pero fuimos capaces. 

¿Cómo se ponen de acuerdo una serie de personas cuyo único interés es hacer bien un trabajo por el bien de todos, o sea, los que formaban la Oficina del Comisario, con una clase política que tiende a ponerse en la primera fila de la foto?
—Si recordamos la historia, sabemos cómo fue. Tuvo un papel esencial Felipe González, que concibió la exposición y sabía que no podía salir adelante si no era un tema de Estado. Sólo siendo un tema de Estado podía tener un éxito nacional, que era muy importante y un éxito internacional. En un proyecto de Estado, un político no iba a tener la libertad de una persona ajena a la lucha partidaria y por eso se lo pidió a Manuel Olivencia. El motivo que le dio fue ese, “necesito una persona de Estado, ni estás en un partido ni estás en otro, no vas a ir más que en defensa del Estado y de los intereses generales”. Ese es el secreto. Manuel Olivencia dijo no, al principio y solamente cedió cuando su Majestad el Rey se lo pidió personalmente. Fue un tema de Estado. Piense usted cómo las 17 autonomías estuvieron en Sevilla. No fue fácil.

Se supone.
—Fue una tarea casi imposible. Solamente se consiguió porque estábamos al frente de la Oficina del Comisario personas que no queríamos más que la defensa de los intereses generales del Estado, de ningún partido. Recuerdo a (José Antonio) Ardanza en el País Vasco; al señor (Jordi) Pujol, en Cataluña… ¡Qué difíciles fueron las relaciones! Consecuencia: el País Vasco estuvo aquí; le llevé al señor Ardanza la historia del pabellón del País Vasco en la Exposición Iberoamericana de 1929 y se quedó impresionado. Y le decíamos, si en el 29 estuvo el País Vasco, cómo no va a estar en el 92 en Sevilla. El señor Pujol puso como condición para su presencia que fuera un tema de Estado dirigido por el profesor Olivencia y por eso estuvo también Cataluña, que no fue fácil. Pero sin embargo, las consecuencias fueron que hoy, de las pocas personas en Andalucía que tiene la Cruz de San Jordi, es el profesor Olivencia. Estuvieron todos y esa fue quizá la aportación que hicimos los que no teníamos ningún partido, nuestro partido era el interés general..

Ustedes estaban trabajando en una oficina y sabían lo que estaban haciendo. ¿Notaban que en la calle alguien se creía lo que iba a ocurrir o tuvieron que llegar las máquinas para que el pueblo de Sevilla tomara conciencia de lo que estaba ocurriendo?
—Nosotros teníamos la sensación de estar muy convencidos de lo que estábamos haciendo, pero viendo que a nuestro alrededor no creían en lo que hacíamos. Creían que era una ilusión muy grande pero que no se iba a conseguir, había una enorme incredulidad. La verdad es que hasta que entraron las máquinas y se vio que aquello era una realidad, se vio el éxito de la participación internacional como no había existido nunca, más de cien países, veinte organizaciones internacionales, más de veinte empresas… Cuando vieron todo aquello y metieron la mano en el costado, se creyó. Pero una vez que se creyó, la gente fue muy entusiasta. Y tuvimos más de 40 millones de visitas, 18 millones de visitantes. El porcentaje de repetición fue enorme porque la gente se había entusiasmado, iba a buscar una gran exposición y se encontraba lo mejor que había visto en su vida.

¿Había buena sintonía entre la Oficina del Comisario y la Sociedad Estatal?
—La Sociedad Estatal era la sociedad ejecutora. La estructura que se concibió fue una Dirección General, una oficina dependiente de la Presidencia del Gobierno que éramos nosotros y una sociedad ejecutora que tenía que llevar a efecto las obras. ¿Hay tensiones? Las normales, las que tienen que haber normalmente entre una Administración que éramos nosotros, la Administración Pública –yo era un director general de la Presidencia del Gobierno-, que teníamos que controlar que las obras se ejecutaran a tiempo, que se ejecutaran conforme a presupuesto, que se ejecutaran cumpliendo la legalidad que es muy importante… Nosotros defendimos algo que es muy importante en la vida y que hoy el tiempo nos da la razón y es que no se puede contraponer la eficacia y la legalidad. La única eficacia es la que está cumpliendo la Ley; al margen de la Ley no hay eficacia porque la eficacia que no cumple la Ley, ni da seguridad jurídica ni es justa. Esa era una labor difícil y es normal que surjan las tensiones. Dentro de esas tensiones que surgen, la realidad es que todo el tiempo que estuvimos en la Exposición, la Sociedad Estatal cumplió todo lo que se le decía, se controló intensamente porque tuvimos una oficina económica que controló todos los gastos de la Exposición y le puedo decir que al momento en que nosotros nos fuimos de la Oficina del Comisario los presupuestos estaban equilibrados y se había controlado hasta la última peseta.

¿Por qué no cortaron la cinta usted, Olivencia y todo el equipo de la Oficina del Comisario?
—Nosotros tenemos un recuerdo muy positivo, tanto el profesor Olivencia como yo de aquel periodo. ¿Qué hemos sufrido mucho? Por supuesto, como se sufre cuando se está en un cargo público tan complicado. ¿Por qué no se cortó la cinta? El proyecto se concibe como un proyecto de Estado y hacía falta gente de Estado que no fuera partidaria. En julio de 1991 el proyecto estaba terminado. Todo estaba consolidado. Nuestra labor no era absolutamente imprescindible y quizá no interesaba que personas que no son de partidos se pusieran la medalla. Eso pudo influir y se lo digo yo, que a lo mejor no fue así, pero es la impresión que tenemos. Pero nos fuimos muy contentos del tiempo que estuvimos y muy agradecidos de la oportunidad de colaborar en ese gran proyecto.

-¿Pero se fueron queriendo, sin querer o sin querer queriendo?
—Nosotros hubiéramos seguido sufriendo los problemas hasta el final si hubiésemos contado con todos los apoyos necesarios, pero era muy difícil contar con todos los apoyos en aquellos momentos. Ya sabe usted que los temas políticos son importantes, los partidos son muy complejos, complicados y esos problemas internos de los partidos repercuten. Los partidos quieren ponerse al final los galones y si se los ponen otros no se los ponen los partidos. Esa es la realidad. Eso lo ha contado muy recientemente en un artículo el ex presidente (José) Rodríguez de la Borbolla, que nos apoyó muy intensamente y que ha contado las dificultades que tuvimos, las sintió y fue testigo. Pero es algo con lo que nosotros contábamos, sabíamos que tendríamos esos problemas, pero no nos importó.

Dolería…
—Cuando se viven los años que vivimos allí, que no teníamos sábados, ni domingos, ni vacaciones, con tensiones permanentes, sin móviles, que no había móviles, con tantas dificultades de comunicación, viajando continuamente, solucionando mil problemas todos los días, se siente también una sensación de reposo, de descanso. 

Pero a uno le gusta estar en el momento final.
—Pues sí, hubiese sido estupendo. Lo que pasa es que en los puestos no se puede estar a cualquier precio y es posible que si no hubiésemos mantenido el nivel de exigencia que nosotros considerábamos que teníamos que seguir en los controles de la Exposición, pues hubiésemos podido seguir. Pero no era esa nuestra forma de actuar.

¿Estaba ya descontrolado?
—Mientras estuvimos nosotros, le aseguro que hubo control. Antes de marcharme tuve una reunión con el entonces vicepresidente del Gobierno, asistió el presidente de la Junta, fue todo mi equipo económico que era un equipo muy potente y ofrecimos un sistema de control de ingresos y gastos muy equilibrado. ¿Es verdad que al final no hubo ese equilibrio que nosotros preconizamos? No sé el motivo. Yo creo que al final, cuando una cosa está muy controlada y de repente desaparecen los controles, es natural que se produzcan desequilibrios.

Hubo desequilibrios como se pudo comprobar posteriormente. ¿Se ha aprovechado bien esa infraestructura?
—Hoy, el Parque Tecnológico de la Cartuja, para que se haga usted una idea, tiene más de 16.000 trabajadores, 400 empresas con facturación de 2.000 millones de euros y tiene una potencialidad enorme de crecimiento independientemente de la parte de facultades universitarias. Hay sitio para más empresas y creo que unas de las prioridades del alcalde en estos momentos, cuando se cumplen 25 años, es poner en estado de revista el recinto.

 

Quién es José Luis Ballester Almadana
Nacido en Sevilla el 16 de febrero de 1942. Casado con María Teresa García-Izquierdo Saucí, tiene cuato hijos, tres de ellos abogados y uno médico, y trece nietos.

Cursó sus estudios de bachillerato en Sanlúcar de Barrameda (Cádiz), donde residió con su familia y en San Felipe Neri, de Cádiz, finalizándolos en Sevilla en el Colegio de los Hermanos Maristas.

Es Licenciado en Derecho por la Universidad de Sevilla con Premio Extraordinario en 1964.
Ejerce la docencia durante cinco años. Adjunto a la Cátedra de Derecho Mercantil de Derecho de la Universidad de Sevilla y profesor Agregado de Derecho Industrial en el Instituto Universitario de Ciencias de la Empresa.

Desde 1969 residió en San Fernando (Cádiz), dedicado a la empresa privada, cuya actividad compatibiliza con el libre ejercicio de la Abogacía, especializándose en asesoramientos de Derecho Fiscal. En esta materia realizó los estudios previos y redactó el borrador de la Ley 12/1988 de Beneficios Fiscales Expo 92, en cuyo proceso de elaboración participó hasta su promulgación.

En 1977 se incorporó a la Cámara de Comercio de Cádiz habiendo desempeñado diversos puestos en su Comité Ejecutivo y la Vicepresidencia de dicha Corporación. Ha pertenecido a diversos órganos directivos de organizaciones empresariales. Actualmente es miembro del Comité Ejecutivo de la Cámara.

Fue Presidente de la Asociación de Empresarios de Cine de la provincia de Cádiz desde 1970 a 1987 y Secretario de la Federación de Empresarios de Cine de España desde 1977 a 1987, participando en dicha calidad en di versos foros y festivales internacionales.

El 29 de mayo de 1987 fue nombrado por acuerdo de Consejo de Ministros (R.O. 687/1987) Secretario General de la Oficina del Comisario General de la Exposición Universal  Sevilla 1992 con categoría de Director General.

En esta calidad fue Secretario del Consejo de Dirección de la Sociedad Estatal para la Exposición Universal Sevilla 92 SA y Secretario de la Comisión Especial Tripartita Junta de Andalucía-Ayuntamiento de Sevilla-Expo' 92. Asimismo fue consejero de la Sociedad Estatal V Centenario.

El 27 de julio de 1991 dimitió de los referidos cargos al cesar el Comisario General de la Exposición Manuel Olivencia.

Durante este período de cuatro años, ejerció como Vicecomisario de la Exposición Universal de Sevilla 1992, desarrollando una intensa actividad de relaciones internacionales y de cooperación económica participando en muy diversos foros y conferencias en Europa, Estados Unidos, Japón y Australia. Bajo su directa competencia estaban las áreas Económica, Técnica, Cultural y de Relaciones Exteriores y los departamentos de Prensa y Protocolo de la Oficina del Comisario.

En julio se reincorporó en Sevilla y San Fernando a su despacho profesional de abogado, en temas de Derecho Fiscal, y como Bufete Olivencia-Ballester Abogados.

En 1992 se incorporó al Consejo de Administración y a la Comisión Ejecuti va de la sociedad EMVISESA, empresa municipal de la vivienda de Sevilla, ejerciendo su actividad hasta 1998.

Compatibilizó su actividad profesional con su participación en la empresa privada como Consejero-Delegado de la entidad ASMAPA, S.A., fundamentalmente dedicada a consultoría y actividades inmobiliarias, cargo en el que cesó al jubilarse en el año 2007.

Ha sido profesor del Instituto de Estudios Empresariales, dependiente de EL MONTE Caja de Huelva y Sevilla.

En la actualidad es abogado en ejercicio; vocal del Pleno de la Cámara de Comercio de Cádiz y miembro de su Comité Ejecutivo; consejero y miembro de Suraval SGR desde el año 2000, habiendo sido secretario del Consejo de Administración durante quince años, hasta junio de 2015.

Es miembro del Consejo asesor regional de BBVA para Andalucía y Extremadura; secretario del Consejo Editorial del Grupo Joly, editor de los Diarios de Sevilla, Cádiz, Jerez, Europa Sur, El Día de Córdoba, Huelva Información, Granada Hoy y Málaga Hoy y secretario del Patronato de la entidad sin fin de lucro ANDEX, dedicada a la atención de los niños sometidos a tratamientos oncológicos.

Está en posesión de la Encomienda de Número de la Orden de Isabel la Católica.

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