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El jardín de Bomarzo

Peor para el sol

El género humano siempre ha producido un porcentaje tenebroso, personas que por su naturaleza, educación u origen se han alejado de una conducta racional

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  • El jardín de Bomarzo. -

En Holanda se ha puesto en funcionamiento una aplicación para dispositivos mediante la cual un hombre antes de mantener relaciones sexuales, principalmente con una mujer, solicita mediante ésta su firma digital a modo de consentimiento para evitarse problemas posteriores. Es decir, cuando la cosa va a más y parece que derivará en esparcimiento y posterior éxtasis, él frena en seco y le susurra al oído algo así como "cariño, ¿me lo firmas antes?". El asunto no es baladí, de hecho los modelos de relaciones están saltando por los aires y desde que se destaparan los desmanes del productor de cine Harvey Weinstein se ha originado una oleada por todo el mundo y no hay festival o gala donde no se destapen denuncias de acoso y eso está bien, de hecho el silencio que tapa el delito no hace otra cosa que protegerlo; no hay informativo donde no aparezca un caso de violación o acoso, individual, grupal o aquellos más sórdidos donde al deleznable hecho se le añaden ingredientes que añaden sordidez como adolescentes, personas discapacitadas o niños, lo cual no entra en cabeza humana sana. En otros, la muerte tras violación.

El género humano siempre ha producido un porcentaje tenebroso, personas que por su naturaleza, educación u origen se han alejado de una conducta racional y cegados por una genética infectada son capaces de cometer atrocidades. Es el lado oscuro, donde algunos habitan toda una vida para hacer infelices a los de su entorno y otros, camuflados en una apariencia de normalidad, lo visitan de manera esporádica cual depredador que sale de noche en busca de carne fresca. A veces, hemos conocido casos, el tenerlo todo no es suficiente y con ese poder absoluto acumulado como la del citado productor de cine solo logran alcanzar su clímax sometiendo y degradando a personas más débiles. Se podría decir que son enfermos, aunque en realidad son carniceros integrantes de ese porcentaje de basura que, quizás necesariamente, produce la sociedad.

No son discutibles todos y cada uno de los derechos que hacen iguales a hombres y mujeres, de hecho sorprende incluso el debate sobre algo que la sociedad parece tener muy claro y que acepta por igual a un hombre o a una mujer en cualquier ámbito de la vida; conocemos instituciones públicas de primer nivel dirigidas por mujeres, que a su vez ocupan cargos de relevancia en todos los campos de la estructura productiva, laboral, administrativa, sanitaria o educativa de la sociedad. No es justo vetar a una mujer para un cargo, el que sea, por el hecho de ser mujer, como no lo sería hacerlo con un hombre en esta dinámica en la que ahora hemos entrado de ir del blanco al negro. Es injusto que el sexo determine algo que solo debería resolver el mérito, lo tenga quien lo tenga. Se entiende que en un momento determinado fuesen necesarias las listas cremalleras en política para cambiar la tendencia, pero no por ello hay que dejar de ver que con ellas se atenta al mérito, del que sea, por imponer el sexo.


La sociedad avanza y el modo de relacionarse entre hombres y mujeres cambia, de hecho lo ha hecho de manera radical en relativamente pocas décadas. El piropo ha muerto y está enterrado, el zafio debió morir antes de nacer pero ese otro galante ha dejado de latir por completo en las calles porque, para muchas, violenta el espacio entre hombre y mujer, además del indudable hecho para un hombre de temer por su libertad inmediata en el caso de usar un verbo no apropiado al paso de una mujer. A una mujer le basta una leve denuncia sobre acoso para meter en serios problemas a cualquiera, y no digo que ésta no sea necesaria o conveniente cuando está justificado. Resulta evidente que ante la violencia de género se ha de ser inflexible y el castigo debe ser poderoso y ejemplarizante, pero llama la atención que una denuncia falsa por lo mismo apenas tenga consecuencias y esto deja al hombre en manos del viento.

Las cosas han cambiado, seguramente para bien. No hace demasiadas décadas cantaba Escobar aquello de: "No me gusta que a los toros te pongas la minifalda". ¿Recuerdan? Analicemos porque, en solo una frase, el bueno de Manolo lograría hoy que al menos tres colectivos pidieran su inmediata lapidación pública. "No me gusta" por los anti machistas, "que a los toros", por los anti taurinos, "te pongas la minifalda", por feministas, LGTV y varios más... Como esa hay en el cancionero español tantas y tantas letras que hoy merecerían prisión sin fianza para el autor y que, bien es cierto, con un alto grado machista, bastante alto, pero cuyo mensaje final intentaba reflejar solo el apasionamiento de un hombre por una mujer. Quizás se nos esté yendo el tema de las manos y, como en otros casos, la sociedad debería relajarse un poco y asumir las diversas condiciones que hacen necesariamente distintos a mujeres y a hombres. 

No es políticamente correcto estos días salir en defensa de los hombres. De hecho, serlo casi te convierte en un elemento sospechoso, como resalta el movimiento Me Too en citas emblemáticas de moda donde modelos desfilan esposadas a un hombre con careta de cerdo para, según aseguran, "amplificar las voces de las mujeres". Me quedo sencillamente sin palabras. Hombre igual a cerdo, ¿todos?

Por supuesto que hay hombres que no merecen más que pudrirse en presidio por violentos, da igual contra qué ser más débil se cometa el ataque. Sea mujer, niño, discapacitado u otro hombre. También, hay otra violencia menos conocida, mucho más sutil, muy bien conocida e identificada en el mundo femenino y es aquella que utiliza su condición de fémina y la debilidad de su sexo opuesto para conseguir por esa vía lo que no por la del mérito. Y flaco favor con esto le hacen a las demás mujeres; casos de personas miserables de ambos sexos conocemos todos, lo que demuestra que el ser un mal bicho no está anudado al sexo, sino a la persona. 

El futuro es de las mujeres, no solo tienen la capacidad, el merecimiento, sino todas las armas necesarias para conquistarlo. Pese a lo que decía la gran Chavela sobre que "las mujeres con pasado y los hombres con futuro son las personas más interesantes", la sociedad está aniquilando determinados códigos de relaciones entre sexos y, con ello, alterará la convivencia futura. Quizás a mejor, aunque en ningún caso lo parece si se abona la idea de que el sexo contrario es el adversario. 

Prefiero porfías al estilo Sabina, como aquella en Peor para el sol cuando al final él vuelve al bar a la noche siguiente, a brindar con su silla vacía, se pide una cerveza bien fría y entonces no sabe si sueña o es suya la ardiente, voz que le iba diciendo al oído: "me moría de ganas querido, de verte otra vez".

Bomarzo

bomarzo@publicacionesdelsur.net

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