Los locos somos la gente más educada del mundo y quizás por eso estamos encerrados en este manicomio. Los cuerdos nos acusan de que decimos muchas pamplinas, pero ¿quién no las dice? Nada más que hay que asomarse al Congreso de los Diputados para comprobar que sus señorías y sus señoríos nos sacan muchísima ventaja. Ahora han aprobado otra cosa sobre educación, y los locos no salimos ni de nuestro asombro ni del manicomio. Cuando aquí alguien dice una tontería, se le tolera; cuando dice dos, lo miran de arriba abajo, pero, cuando dice tres, lo llevan al cuarto de los reincidentes y le quitan el postre durante un mes. El Congreso no funciona así, sino según el capricho y las ideas de cada partido. Han sacado la LOECE, la LRU, la LODE, la LOGSE, la LOPEG, la LOU, la LOCFP, la LOCE, la LOE, la LOMCE… Y ahora ¿otro mojón más? Llevan un año en el poder y sacan una ley, a la que le ponen un nombre muy rimbombante y la llaman Orgánica, seguramente porque se la piensan pasar por sus órganos nobles. Al poco tiempo se vuelven a pelear entre ellos, dicen que esa ley no vale y sacan otra, por supuesto también orgánica. No ha pasado la cuarentena y ya van a por otra después de tirarse los trastos a la cabeza. Ahora llega otra y mañana habrá otra. Todas esas leyes empiezan por L-, que es la L- de la Locura, del Laberinto y de la Leche que mamó el diablo, y son como el tranvía de La Isla, que sale todas las mañanas haciendo mucho ruido pero que nunca llega a ningún sitio.
El profesorado está hasta sus partes íntimas de tantos cambios y de que no se le consulte para nada y lo que tiene ganas es de mandar al gobierno correspondiente al mismo sitio al que mandó el de Vox a la presidenta del parlamento andaluz, es decir, a tomar por culo, lo que da una idea de la educación que allí mismo se estila. Tantos cambios, realizados exclusivamente por ideas políticas y que dejan a un lado lo esencial del asunto, lo único que consiguen es generar dudas, inestabilidad e inseguridad en los profesionales de la enseñanza. Para colmo se les obliga a rellenar más papeles que el Gran Capitán cuando entregaba sus cuentas. Además, flota en el aire la idea de que los políticos no tienen capacidad para llegar a ningún acuerdo que le sirva de algo al país del que cobran religiosamente muy buenos dineros. Es una incapacidad demostrada durante demasiados años, como para creer que se trata de un paso atrás y dos adelante. Es un paso atrás y dos más pero también para detrás. Y el problema gordo es que no se les cae la carita de vergüenza. Todo esto tiene su reflejo en los resultados escolares, pero a estos políticos les da igual y por eso tienen el ministerio de igual da, que aquí por lo visto es lo único que preocupa. La verdad es que el analfabetismo al que se está llegando es muy productivo para ellos, porque después a la hora de votar abundan los borregos, los palmeros y los que se dejan comer el coco por la masiva propaganda que reciben. Eso no pasa en este manicomio, porque ya el coco lo tenemos comido, pero estamos convencidos de que nos han preparado otro mojón educativo quienes tienen la obligación de hacer una ley de educación acordada entre todos y que dure por lo menos doscientos años y no cuatro días mal contados.
