25 de abril de 2024 y 26 años después del desastre de
Boliden. A punto de autorizarse, pero sin fecha aún, la nueva actividad minera en
Aznalcóllar por parte de la adjudicataria,
Minera Los Frailes, la existencia de una
conducción de 30 kilómetros desde la antigua corta minera hasta el
Guadalquivir, justo frente al estadio de La Cartuja,
ha encendido todas las alarmas de los ecologistas y ha puesto
en jaque incluso a la propia empresa, que ha tenido que
defender las bondades ambientales de su proyecto.
Ecologistas en Acción y Greenpeace son algunas de las
asociaciones más
beligerantes contra el proyecto, aunque no son las únicas, ya que algunas locales, como
Alianza Verde o la plataforma
Ficus San Jacinto junto a
Podemos Sevilla y otras, han presentado un escrito ante de
Defensor del Pueblo Andaluz pidiendo que interceda para
evitar que la Junta de Andalucía apruebe finalmente el
vertido al Guadalquivir que incluye proyecto.
Las entidades, que
este mismo jueves se manifestarán en el Muelle de la Sal, han alertado que a pesar de la
depuración que incluye el proyecto de Minera Los Frailes, la carga contaminante acumulada en la corta
descargaría en el estuario del Guadalquivir
cantidades totales muy elevadas de metales y metaloides potencialmente tóxicos, como arsénico, cadmio, cobre, cromo, mercurio, níquel, plomo, selenio y zinc, entre otros. Y alertan especialmente no sólo porque el vertido se haría
en el propio Guadalquivir y cerca de la capital, sino porque llegaría hasta la
desembocadura en Sanlúcar de Barrameda, afectando a las
36.000 hectáreas de arrozales y las zonas de cría de los alevines del
caladero del Golfo de Cádiz.
Para los
ecologistas,
siguiendo el principio de prevención “no debe autorizarse este vertido minero ya que
no se han estudiado y valorado adecuadamente sus posibles consecuencias en el Estuario del Guadalquivir y en sus diferentes usos, entre ellos portuario, agrícola y pesquero”, que además recuerdan que el
contenido del Dictamen Ambiental y del Informe de Admisibilidad del vertido “
no han sido nunca sometidos a información pública por parte del Gobierno de la Junta de Andalucía”.
Una depuradora, la apuesta estrella
Ante estas declaraciones,
Minera Los Frailes lo ha defendido como “un
proyecto emblemático en la gestión ambiental y sostenible del agua en el sector de la minería”, que cuenta ya con el
dictamen ambiental favorable y que las modificaciones incluidas
incrementarán de 350 a 450 millones la inversión para incluir una
“estación depuradora de agua de última generación, que se une a la promoción de una nueva
red de infraestructuras para la gestión hídrica del proyecto. Con ello,
resolverá definitivamente el problema generado por los pasivos ambientales heredados de la antigua operación minera”, aseguran.
El director de operaciones de Minera Los Frailes,
Miguel Ángel González, ha señalado que el proyecto
“se ajusta a las nuevas exigencias de un riguroso proceso de tramitación ambiental que garantiza la seguridad y la sostenibilidad de sus operaciones”, con una
planta de última generación que cumple con la normativa actual y que han llevado a cabo conjuntamente
las andaluzas AYESA e INERCO. Según exponen, el “efluente íntegramente depurado con tecnología de última generación
se trasladará mediante un emisario de 30 kilómetros hasta el Estuario del Guadalquivir que estará
permanentemente monitorizado para asegurar la calidad del agua”, y contará con un
Plan de Vigilancia independiente a la empresa, con control diario del agua.
También recordaba que será una
extracción de minado interior que reduce el impacto ambiental y generará “la
menor huella hídrica posible, valorizando el agua de pasivos para el consumo del proceso metalúrgico”, mientras
no habrá presas de lodo, que se aprovecharán para el
relleno de la mina interior, se harán
estudios de economía circular para extraer metales del agua contaminada, se invertirán 80 millones en
restaurar la zona y se incluirá un
fondo de desarrollo de 30 millones para “generar empleo y economía más allá de las actividades vinculadas a la industria minera”. Estiman que se generarán 2.000 empleos a lo largo de los 20 años de vida útil del proyecto.
El vertido está dentro del marco exigible
Por parte de la Junta volvía a insistir el
consejero de Industria, Energía y Minas, Jorge Paradela, que
“los parámetros” del vertido de la mina está “dentro absolutamente del marco normativo exigible y exigente” y que “el agua estará tratada”. “La tecnología ha avanzado muchísimo”, insistía hasta el punto que
negar que se vaya a verter aguas contaminadas, tóxicas y plagadas de metales pesados al entorno.
Paradela reconocía que con este proyecto
van “con pies de plomo” por la complejidad que conllevan los proyectos de minería, pero también transmitía “
tranquilidad” porque esta mina es
“completamente distinta” a la que en 1998 causó una catástrofe ambiental en la zona, más cuando
“no va a haber balsas de residuos, ni una corta a cielo abierto”.
“Esta es una mina de interior, no es una mina a cielo abierto, no es aquella corta que recordamos. Y además
la tecnología ha evolucionado por completo. Los pasos que se están dando son todos.
Cuenta con todos los parabienes, todos los informes, todos los informes de contraste, todos los periodos y pasos necesarios marcados por la legalidad”, insistía.