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Sevilla

Lunes de feria en familia, amigos y en espera de la fiesta

Los sevillanos disfrutan de las casetas en familia aunque el calor hace que muchos retrasen hasta la tarde su entrada en el Real

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Lunes de Feria en Sevilla.

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  • La actividad de la jornada se reparte entre las recepciones oficiales y la vida en el interior de las casetas
  • Los precios han subido de manera perceptible, aunque parece que los más feriantes tienen ya las cuentas hechas
  • Pasada la jornada oficial de los enganches, los coches de caballos han tomado el real en un mano a mano con jinetes y paseantes

El Real de la Feria ya estaba lleno a las dos de la tarde aunque se notaba que no era festivo, como el domingo en el que parecía que toda la gente quería estar bajo las casetas. El lunes de calor ha tenido dos partes, la mañana de las recepciones, que seguirá tanto el martes como el miércoles, y la vida en el interior de las casetas, esas que se llenan a partir de las tres de la tarde, cuando termina el colegio y el trabajo, y que se intensifica bien entrada la tarde, cuando llegan los que van a vivir la tarde-noche y hasta que el cuerpo aguante.

El paso por la portada es casi obligatorio, pero no es necesario, se puede entrar en el Real por donde bien pueda uno, aunque es cierto que la foto oficial es en la Portada y pocos, muy pocos, se resisten a hacerse la foto y subirla en redes bajo el homenaje al Pabellón Mudéjar. Lo cierto es que la portada sigue siendo la entrada y hasta la salida del que va a la feria y, como menos forasteros y con más familias, la feria se traslada a las casetas.

Guarda en la puerta de la caseta y lleno hasta la corcha. Muchas de las casetas de la feria estaban este lunes llenas más allá de la hora de comer, porque a la feria se suele ir un poco tarde y más si antes de ir a la propia hay que hacer una visita… o al contrario, porque una parte de la esencia de la feria de Sevilla es recibir en la caseta y la otra, la de recibir al invitado.


Como es tradicional, el lunes de Feria es lunes de recepciones: en la municipal, con el alcalde y el grueso de la corporación recibiendo a entes sociales, culturales y medios de comunicación, en la de la Policía Nacional que celebra sus 200 años de fundación aunque ya la Portada le hace su especial homenaje, la del Puerto de Sevilla, las varias de los sindicatos o la de la Cámara de Comercio, sin olvidar la del Círculo Mercantil, que sigue acogiendo muchas recepciones e incluso representantes políticos que bajaban de Madrid a los que el calor les resultaba insoportable.

Sí, los precios han subido, ya lo anunciaban los propios hosteleros cuando aún estaba la feria a medio montar. Pero el sevillano lo sabe, sobre todo el socio, que tiene claro que su feria es de uno, dos o siete días, porque el socio sabe qué dinero tiene para gastarse y, aunque sea un susto el plato de jamón o la jarra de rebujito, las cuentas previas ya están hechas y ya veremos hasta donde llegamos.

La jornada del lunes no es para mirar el bolsillo. Es de verdad para disfrutar de la charla y del baile en la caseta, del buen comer y del buen beber, esperando que llegue el amigo o mandándole mensajes al amigo que no se ve, de hacerse selfies, fotos grupales y de hacer tiktok de lo que se tiene, ese clavel que se transforma en protagonista, de los volantes en medio de las sevillanas, de hacerse un hueco para bailar o para pedir. El lunes es, de verdad, la feria, como antes lo era el martes cuando no había festivo.

Pasada la jornada oficial de los enganches, los coches de caballos volvieron a tomar el Real y de qué manera, algo menos que el día previo pero disputándose el terreno con los caballistas, hermosas estampas donde las haya, y, por supuesto, con los sevillanos, que habituados saben manejarse, y con más de un foráneo y turista que se veía casi atrapado para cruzar.

El calor hizo que se espaciara el disfrute de la feria y cuando comenzaba a caer la tarde, empezaba la segunda riada camino de la feria, uniéndose al personal que ya estaba en el Real. El tardeo, pero de tarde de verdad, se hace fuerte en la feria cuando hace calor y es a partir de las siete de la tarde cuando comienza la segunda vida en las casetas y, si no, que se lo digan a los camareros, acostumbrados a jornadas maratonianas y a adaptarse a los horarios del feriante, que depende y mucho de las temperaturas.

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