El pediatra José Ángel Pérez Quintero presentó su segundo libro, Relatos para asustar a Lucía, y ya promete completar la trilogía, dedicada a sus hijos, con una tercera entrega.
¿Por qué se mete un pediatra a escribir relatos de terror?
–Por culpa de mis hijos. Como a todos los niños, les gustaba que les contara cuentos y a menudo me pedían que fueran de miedo o suspense. Yo los inventaba según me daban pie y así, poco a poco, me hice de varias docenas de ellos. Tal vez no tuve problemas en inventar tantos relatos porque de pequeño leí mucho terror y fantasía: Poe, Lovecraft, Shelley, etc. Algo dejarían impreso en mi cerebro que facilitó que con los años emergieran tantas historias escalofriantes.
‘Cuentos para que Jaime no duerma’, se lo dedicó a su hijo. ‘Relatos para asustar a Lucía’, a su hija. ¿Ellos le inspiran?
–Y el tercero que estoy escribiendo ahora se titula Historias de terror para Ángel. Es el último de una trilogía de terror dedicada a mis tres hijos. Ellos son los que me inspiran para escribir. Empeñado en que se aficionen a la lectura, no sólo procuro que estén rodeados de libros, también quería que ellos experimentaran el proceso de creación de un libro, la presentación en público, la firma de ejemplares, la sensación de aparecer su nombre en el título, de ser los inspiradores y de recibir comentarios entusiastas de sus amigos. Los padres siempre estamos pensando en nuestros hijos y me pareció una estrategia interesante para generar la impronta que con el tiempo les hiciera grandes lectores y ¿por qué no? tal vez escritores.
¿Qué tipo de terror nos describe?
–No es lo mismo miedo que susto, ni sentir terror que sobresalto. No es lo mismo hablar de vampiros, hombres lobos y zombies que te atacan, por muy terroríficos que sean, que de algo que se siente pero no se ve, que no tiene nombre, no tiene justificación su existencia. Algo frente a lo que estás indefenso, no hay balas de plata, ni estacas de madera ni cruces, ni puedes huir de ello por ningún medio. No es de este mundo pero habita en él, no debemos hallarlo pero nos encuentra, acecha en la noche, en la oscuridad, en los espacios infinitos de lo pequeño y próximo, donde confiados, sólo deseamos encontrar la tranquilidad de lo cotidiano. Allí es donde encuentra el terror las historias que escribo, donde nuestro cerebro genera una de las sensaciones más intensas posibles y que nos hacen sentir más vivos, una de las emociones más ligadas a nuestra supervivencia: el miedo.
¿Cómo compatibiliza las actividades de curar y cuidar a los niños con la de asustarlos?
–Es fácil, simplemente los libros no están dedicados a los niños. Curar niños, tal como dices es una pasión, una tarea dichosa que la fortuna me ha encomendado y que me permite crecer como persona en cada momento. Créeme que nada es tan reconfortante como sentir que puedes contribuir a aliviarles cuando están enfermos. A quien asusto de verdad es a sus padres, y parece que lo consigo. Cuando plasmé sobre el papel lo que inicialmente eran cuentos para contar sentados en una cama, el resultado era literatura no apta para pequeños.
¿Que aportan las ilustraciones de Alejandro García Escámez?
–Alejandro me ha hecho un gran regalo. Para cada uno de los cinco relatos de libro ha creado una ilustración, de manera que hojear el libro es también ver una exposición de su magnífico trabajo.