El pleno extraordinario convocado para aprobar de forma inicial las ordenanzas fiscales de 2016 se ha convertido en el de la reivindicación de la progresividad, que todos los grupos se han reivindicado para si en más o menos medida, el de las referencias al marxismo y otras corrientes y citas históricas, y la del desahogo, palabra que los políticos han adoptado como coletilla eufemística para evitar el insulto. Y en el caos de las votaciones de enmiendas, que han permitido que salga adelante el proyecto municipal en el que el PSOE ha aceptado buena parte de las presentadas por Participa e IU, y algunas de Ciudadanos y del PP.
Con retraso, provocada por un ilógico pánico de los grupos a equivocarse en el voto de las enmiendas (resaca de un anterior error en el Pleno anterior), se iniciaba un pleno de ordenanzas en el que claramente se han visualizado varios frentes, algunos de ellos cruzados. Por un lado, Participa e IU, jugando a las citas marxistas y arrastrando incluso en el debate ideológico al delegado de Hacienda, Joaquín Castillo, recalcando que el proyecto de ordenanzas podía ser más progresista pero dando su inicial apoyo porque peor es el quedarse con ls ordenanzas del PP.
Junto a ellos, Ciudadanos, atacando sin tregua el “catastrazo” del Gobierno local, reivindicando también sus enmiendas progresivas para mitigar la subida encubierta de impuestos, y denunciando la complicidad de Participa e IU, cuyas siguientes intervenciones fueron un tira y afloja contra el portavoz Javier Millán y el concepto de progresividad de cada partido.
El PP, igual que Ciudadanos, ha atacado con dureza que el Gobierno local se tachara de “valiente” por el catastrazo cuando se han subido los impuestos “sin pasar por el Pleno”, y ponía además especial énfasis en una crítica común que se le ha hecho a los socialistas, el procedimiento “desastroso, caótico y chapucero” para aprobar las ordenanzas, sin apenas tiempo, con negociaciones a última hora y con un pleno extraordinario de urgencia para determinar los ingresos sin tener claros los gastos, que se fijarán en los presupuestos.
Los socialistas, por su parte, han defendido que han hecho partícipes a todos los grupos de sus propuestas, además de incluir por primera vez y de forma previa la fiscalización del interventor (al que la presidenta del Pleno, Carmen Castreño, incluso le preguntó directamente en el Pleno si antes lo había hecho) y su esfuerzo por no trasladar al ciudadano la subida del catastro a través de las diferentes propuestas.
El colmo llegaba con la votación y el caos de enmiendas, transaccionales y equivocaciones de unos y otros, con votaciones erróneas, anulaciones en acta y hasta repeticiones, con Carmen Castreño repitiendo una y otra vez que iba "despacito", pidiendo que estuvieran "concentrados" e incluso ella perdiendo el paso en más de una ocasión. Hasta el secretario reconoció en algún momento que la votación "no era muy normal" y que hasta a él le estaba costando trabajo saber qué se estaba votando en cada momento.