En 2017 se desarticularon varios grupos de chinos que operaban en Madrid, Castilla y León, Cataluña y Galicia. En total se hallaron 54.000 kilos de marihuana
Cultivar marihuana en España y venderla en el Reino Unido es un gran negocio, ya que allí se cotiza al doble. Por eso ciudadanos chinos optan cada vez más por esta práctica, con numerosas naves solo en Madrid, de las que la Policía desmanteló unas sesenta en el último año y decomisado 55.000 kilos de droga.
El pasado fin de semana, la Policía informó de la desarticulación de una organización integrada por ciudadanos chinos que enviaba marihuana a Gran Bretaña, principalmente en el interior de botes de pintura, en una operación con doce arrestados y 370 kilos de droga decomisados.
La red contaba con diferentes naves industriales en la Comunidad de Madrid, perfectamente acondicionadas para el cultivo indoor, y un centro logístico para la distribución.
No se trata algo nuevo para la Policía Nacional en general y para la de Madrid en particular, que desde 2016 persigue a estas mafias chinas que, además de traficar con droga, explotan a compatriotas sin papeles, según ha explicado a Efe el inspector jefe del grupo de la UDYCO de Madrid encargado de estas investigaciones, cuya identidad no se desvela por motivos de seguridad.
En 2017, la Unidad Contra la Delincuencia y el Crimen Organizado de Madrid, en colaboración con otras unidades de España, desarticuló varios grupos de chinos que operaban en Madrid, Castilla y León, Cataluña y Galicia. En total encontraron 54.000 kilos de marihuana, registraron 48 naves y detuvieron a 62 personas.
Primero se localizaron en el corredor del Henares dieciséis naves industriales dedicadas al cultivo de marihuana, regentadas por un grupo que tenía como base de operaciones una inmobiliaria -también de ciudadanos chinos, ya que todo el entramado es íntegramente asiático-, que conseguía y adaptaba los locales.
Estas personas tenían conexiones con otros grupos organizados por todo el territorio nacional, según relata el mando policial que tiró del hilo que culminó con una gran macrooperación de la que se hizo cargo la Audiencia Nacional.
El "modus operandi" es siempre parecido, aunque los delincuentes van mejorando sus métodos... y la Policía también, consciente del perjuicio de una actividad en la que, además de traficar con droga, se defraudan grandes cantidades de fluido eléctrico y se dejan "inservibles" las naves a sus dueños.
Inicialmente se detectaron grupos pequeños de empresarios chinos que firmaban un papel manuscrito por el que se comprometían a financiar -con los beneficios de sus negocios legales- la puesta en marcha de naves para el cultivo de marihuana y recibir puntualmente parte del beneficio, mientras otro se encargaba de su explotación.
En el último caso uno de estos "accionistas" decidió encargarse de la explotación del negocio y la distribución de la droga para su venta en el Reino Unido.
Para la distribución suelen contar con chóferes que realizan viajes a diferentes provincias para ir a empresas de envíos y mandar al Reino Unido paquetes con los típicos artículos de bazar en los que esconden la droga. Todo lo hacen con documentación falsa.
"En este 'negocio' son todo ganancias", insiste el inspector jefe, que detalla que estos grupos importan desde China todo lo necesario para las naves, desde los equipos de aire acondicionado hasta los maceteros y la tierra para las plantas, y custodian las plantaciones con compatriotas sin papeles "en condiciones infrahumanas".
Les dan una cantidad de dinero "ínfima", comida y tabaco por estar 24 horas guardando la nave, con un hornillo y un colchón. La mayoría no hablaba español y muchos ni sabían en qué localidad estaban al ser sorprendidos.
Los cabecillas no eran ciudadanos con permiso de residencia español, sino chinos con permiso de residencia del Reino Unido y en algún caso de Italia o Polonia, donde residen normalmente.
El quid del negocio es que un kilo de cogollos de marihuana de primera calidad se vende en España por entre 1.800 y 2.200 euros, pero en el Reino Unido la cifra se duplica hasta los 4.000 ó 4.500 euros.
En cuanto a los beneficios, montar una nave para el cultivo 'indoor' cuesta unos 150.000 euros y la Policía calcula que esta cifra la tenían amortizada los arrestados con dos cosechas. Y cada tres meses recogían una cosecha, ya que dividían la planta de forma que produzcan todo el año.
Además no pagaban el gran gasto en electricidad, haciendo "desfalcos espectaculares": En el caso de una nave de la provincia de Burgos el consumo de luz superaba al del pueblo más cercano, y una nave de Madrid consumía más que todo un centro comercial.
Por eso la Policía se está especializando en el seguimiento de estos grupos, a pesar de la dificultad que conlleva por su hermetismo y porque siempre utilizan documentaciones falsas.