El mismo trato

Publicado: 16/03/2024
Autor

Manuel Varo Pérez “Ica”

Autor que cantara a su pueblo por carnavales y escribiera parte de su historia en Barbate Información, Trafalgar Información y Viva Barbate

Tambucho y Emparrillao

Narrador empedernido de un paraíso llamado Barbate, donde la naturaleza se distingue por su belleza

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No se puede estigmatizar a toda una población por culpa de unos pocos. En mi pueblo, la gente es honesta, buena, trabajadora y cumplidora
Lo mismo que los colonos iban a Oklahoma o Canadá en la fiebre del Oro, de casi todos los pueblos de la comarca y otras regiones muchas familias llegaban a Barbate para fijar su residencia. Su flota, la segunda de España en ‘cerco y jareta’, a diario extraía el maná de plata en forma de boquerones, sardina, caballas…, para abastecer al pueblo, fábricas, y ciudades fuera de nuestra geografía. Igualmente, la Almadraba, la Chanca, las fábricas de conservas, varaderos y talleres necesitaban miles de puestos de trabajo (mujeres- hombres), y personal cualificado para desarrollar su gran industria marítimo-terrestre.  Su flota de fresco y salazón atracaba en todos los puertos. En el ‘racionamiento’, cuando la gente tenía ‘las caritas pálidas’, además de la pesca, los barcos traían  de Tánger, Ceuta, Melilla, Canarias o Gibraltar todo tipo de alimentos y medicinas. Barbate se convirtió en economato y farmacia de los pueblos cercanos. Su desarrollo explosionó: bancos,  inmobiliarias, ‘ultramarinos’, discotecas, cines, y lugares de ocio, atraía muchos inversores. El progreso estaba asegurado y su notoriedad traspasaba fronteras. La bondad, cordialidad y amistad era su ‘santo y seña’. Lógico que todos quisieran quedarse. No había racismo ni discriminación, incluso había un dicho: “¡En Barbate tratan al forastero mejor que a los barbateños!”.

Barbate fue la madre que acogió a todos lo que llamaban a su puerta para ofrecerle trabajo, cobijo, alimentos. Por desgracia, hoy sigue siendo la madre que cada día espera que sus hijos vengan de trabajar de otros pueblos. ¡Sí, sí!, incluso de pueblos de los que acogiera a sus hijos. No es fácil bajar cuando se han subido tantos peldaños en calidad,  prestigio y riqueza.  Sin embargo, hemos sido capaces de soportar y aceptar nuestros errores hasta adaptarnos a esta situación. Dice un dicho: “a los pueblos los hacen sus ciudadanos”. Pero también es cierto que no tuvimos suerte con algunos dirigentes, también ciudadanos, que decían y no hacían, destruían y no construían, prometían y no cumplían; solo engañaban y mentían. Quizás tanta bondad nos traicionó, por no alejarnos a tiempo del demagógico ‘pan y circo’.  Al final desapareció el circo y nos dejaron sin pan.

Puede que lo mismo ocurriera en pueblos que ahora son viejos. El nuestro creció tan joven y falto de experiencia, que sin vivir su juventud se encontró con la realidad de una vejez prematura. En su primera adolescencia anexionaron parte de su entorno, enterraron playa con hormigón y pisos, derribaron parte de su historia. Y órdenes superiores le seccionaron ‘parque y base militar’. Las ‘Hazas de la Suertes’, un bien común, ahora visten de uniforme y gorra militar. Por mucho menos Rota y Morón reciben subvenciones del Gobierno. ¿Qué somos de Marruecos?. Ya está bien de abusos. Donde está el respeto y la igualdad para con mi pueblo. 

Después de tantas vicisitudes, cuando intentamos levantarnos, por unos hechos que  también ocurren en otros lugares, nos vilipendian y difaman a su antojo. No se puede estigmatizar a toda una población por culpa de unos pocos. En mi pueblo, la gente es honesta, buena, trabajadora y cumplidora, pero eso no es noticias para mediocres medios de información.  Madrid no es centro de atención de atentado Yihadista porque allí fallecieran 192 personas aquel 11 M. Ni Marbella es la causante que allí operen las mafias rusas.  Solo pedimos el mismo trato que al resto de España. 

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