La oposición empuja al PP a la mayoría absoluta en Andalucía. Vox registra un leve crecimiento, según la encuesta de El Confidencial, y parece que toca techo por la falta de liderazgo y el agotamiento de un discurso basado excesivamente en el rechazo a la inmigración y los movimientos feministas y homosexual. Además, la formación de Santiago Abascal acusa la falta de músculo por una
torpe estrategia de implantación. Le cuesta montar equipos locales y tomar decisiones. La frescura con la que irrumpió en el tablero político se ha perdido.
Ciudadanos, socio de Gobierno,
se diluye como un azucarillo. La crisis viene de antes. La estrategia frustrada de Inés Arrimadas para arrinconar al PP en Murcia, Madrid y Castilla y León ha sido el golpe de gracia. Pero aquí, Juan Marín había reducido a los naranjas a un
papel subalterno. Rara manera de entender un pacto. Sin discurso propio, los electores prefieren al original. Pese a todo, podría seguir siendo llave.
A la izquierda, la situación es peor. La ruptura de Adelante Andalucía deja
al borde de la desaparición de la Cámara autonómica a Teresa Rodríguez. Los Anticapitalistas quieren pasar por andalucistas. El problema es que la mitad de los votantes no se lo traga; la otra no siente ningún apego por el andalucismo. El resultado puede ser desastroso. Como los que siempre cosechó Teresa Rodríguez antes de aprovecharse del tirón de Unidas Podemos. Los de Pablo Iglesias no levantan cabeza porque, como Vox,
su presencia en pueblos y ciudades es testimonial. IU sigue siendo minoritario. Ir de la mano no multiplica apoyos.
Finalmente,
el PSOE se estanca en torno a los 32-33 escaños. Los socialistas son incapaces de desbloquear la crisis en la que entraron tras perder el poder por primera vez en 40 años de democracia. Susana Díaz sigue aferrada a su cargo pese a que es incapaz de armar un discurso atractivo, alternativo.
Pierde apoyos por días y el partido se enreda en debates. Uno de ellos, sobre quién debe poner cara al proyecto de futuro. El alcalde de Sevilla, Juan
Espadas, gana enteros, aunque la ministra María Jesús Montero podría ser buena opción. Por otro lado, las bases reclaman que se reflexione sobre el espacio que deben ocupar las siglas. La plataforma de militantes creada por afines a Pedro Sánchez plantea un
giro a la izquierda. Pero lo cierto es que los socialistas prefieren una manera de gobernar desideologizada. No en vano, la encuesta apunta que casi dos tercios de quienes se declaran socialistas aprueban la gestión de Juanma Moreno, quien se sitúa en el centro moderado.
En cualquier caso, el principal problema del PSOE de cara al futuro es
sacudirse la herencia. Por un lado, el caso ERE no está cerrado.
La corrupción es pegajosa. De otra parte, la pandemia ha revelado las miserias de cuatro décadas de gobiernos socialistas. Con lo público por bandera, los andaluces han descubierto que
faltaba inversión en capital humano en sanidad. Los sindicatos celebran hoy que los contratos para reforzar plantillas duren algo más que días o semanas como era habitual antes, con el PSOE.