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Ronda

EDITORIAL: La peor cara de la crisis

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esta semana hemos asistido en Ronda a dos noticias que han enseñado los peores y más dramáticos efectos de la crisis. Y es que mientras aquellos que gobiernan las economías han reconocido que la receta del ajuste ha sido equivocada (si bien, esquizofrénicamente, han decidido seguir aplicándolas sobre azotados países como España) en Ronda un hombre ha intentado quitarse la vida tras firmar su desahucio y en un colegio han comenzado a repartirse alimentos pagados por la administración pública para garantizar, al menos, tres comidas para los niños de las familias más pobres.

Esta es, sin lugar a dudas, la más terrible apariencia de la situación de ahogo por la que atraviesan millones de familias en todo el país, cientos de ellas en una ciudad como la nuestra, donde sin poner cara directamente a los sufridos desahuciados o niños hambrientos, se siente muy de cerca el padecimiento de algunos de nuestros vecinos.

No cabe duda que, contra ello, sólo caben grandes soluciones. Soluciones que deben aportar aquellos a quienes nos hemos referido y que manejan las economías mundiales. Entretanto, la situación de algunos pocos podrá paliarse con medidas como el atrevido decreto de exclusión social de la Junta de Andalucía que, sin ser más que una solución coyuntural, debe aplaudirse por su intención. De nuevo estamos hablando de caridad, en este caso concreto de caridad pública, cuando muchas familias demandan soluciones más honrosas, que pasan por el necesario empleo.


Ver la imagen de los profesores rellenando bolsas de comida para niños que esperaban tras una puerta acristalada retrotrajo a nuestros periodistas a tiempos pasados. Conocer que un hombre joven intentó quitarse la vida y oír a sus vecinos lamentándose por la situación que padece su familia nos hizo pensar en aquella historia contada de los suicidios de financieros tras el crack de la bolsa americana en el 29. Ahora, sin embargo, quienes se quitan la vida son los ciudadanos, realmente ahogados por unas injustas políticas de ajuste que, según el FMI, estarían equivocadas.

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