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El pobrecito hablador

El trancazo

Una democracia no está sana cuando la separación de poderes es prácticamente inexistente

Publicado: 11/09/2018 ·
10:35
· Actualizado: 11/09/2018 · 10:35
  • A lo Dolores Abril y Juan Valderrama. -
Autor

Francisco Palacios

Palacios es matemático y programador. Publicó su único libro hace ya unos años y sigue siendo el autor más leído de su calle

El pobrecito hablador

Escribo sobre lo que me gusta, pero sobre todo sobre lo que me disgusta, como un grito desesperado para no ganarme una úlcera

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Cuenta la leyenda que cuando un hombre enferma de un simple resfriado, vive una experiencia cercana a la muerte, llegando incluso a ver una luz que le llama desde el fondo del túnel. Doy fe.

No tengo muy claro si es el sistema parlamentario, el de partidos, o el propio sistema electoral español, pero se me hace evidente que hay algo que está resfriado hasta las trancas, pero resfriado de hombre. Hay algo, o quizás todo el conjunto, que aleja el poder de quien es su verdadero propietario, el pueblo, para dejarlo en manos de unos partidos que, a día de hoy, son más cercanos a unos trileros que a unos servidores públicos.

Una democracia no está sana cuando la separación de poderes es prácticamente inexistente, cuando son los partidos los que eligen a los jueces, y son los jueces los que quieren los partidos que sean los jueces. No puede presumir de salud cuando se evita investigar escándalos que tocan a los intocables, cuando roza a los inviolables, e incluso, si me apuras, la propia existencia de esa inviolabilidad resulta, cuando menos, un insulto a la inteligencia. Un insulto salvaguardado por los que deberían ser engranajes del motor del pueblo, y sólo son trinchera de los que quieren mantener sus privilegios, cueste lo que cueste.

No podemos sacar pecho de un sistema en que se se representa una pantomima como la de Susana Díaz y Juan Marín, los nuevos Dolores Abril y Juanito Valderrama de la política andaluza. Después de todos estos años de legislatura vacía, sin una medida que echarse a la boca, los del partido naranja y los de la rosa recrean un sainete de los Álvarez Quintero, con escaso éxito de crítica y público. Aunque de los representantes del cuñadismo estamos acostumbrados a toda esa sarta de amagos, siembra de bulos y recogida de lazos.

No seré yo quien diga cual es el remedio. Me basta con enseñar la enfermedad. Será el pueblo quien decida cual es la receta, si seguir poniendo paños calientes, mirar hacia otro lado y dejar que los titiriteros sigan moviendo los hilos a sus anchas, o darles una buena ración de ibuprofeno.

Yo, de momento, permanezco tirado en mi sofá, al borde de la muerte por culpa de un catarro. Veo la luz al final del túnel. Que alguien la apague, que nos va a salir la factura por un pico.

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