Es realmente curiosa la relación del PP con Andalucía, la joya de la corona jamás alcanzada, la piedra en el zapato. Para los políticos peperos mesetarios, esos que calientan poltrona allende Despeñaperros, el andaluz es una suerte de mosquito tigre vestido de faralaes, chupón del Estado y factor desequilibrante de la balanza del Estado, exportador de niños que esnifan pegamento, inventores de la siesta y poco más. Y entiendo ese rencor, basado en la ristra de guantazos sin mano que se llevan elección tras elección.
Ahora, para darle una vueltecita más de tuerca a la visión colonial que el partido de extremo-centrismo tiene de Andalucía, Pablo Casado quiere convertirnos en una suerte de Airbnb militar, un aparcamiento para la Sexta Flota americana. Afortunadamente, para los americanos el flamante Presidente del PP tiene el mismo peso en su estrategia militar que un comercial de telefonía llamando a Trump a la hora del almuerzo, chispa arriba, chispa abajo, el mismo caso que debería prestársele por parte de los ciudadanos de esta bendita comunidad.
Anda enfadado el amado líder por la peor condición de los andaluces, que no le dan la oportunidad de repetir en Andalucía las mismas políticas de recorte e injusticia social impuestas en todo el Estado. No le sienta bien que los andaluces no queramos experimentar con un gobierno en sus manos: y se equivoca el brillante estudiante. Aquí ya hemos tenido muchos años de cacique y señorito, antes y durante el gobierno pseudo socialista, como para volver a repetir la experiencia.
No es cuestión de peor o mejor condición, señor Casado, es cuestión de inteligencia. Porque aquí sabemos contar, incluso sin ayudarnos de los dedos de la mano. Dejen de pensar en nosotros como en un parking, ya sea de barcos americanos o de políticos de poco fuste. Dejen de obligarnos a elegir entre pasar hambre o fabricar muerte; para un andaluz, una bomba inteligente es un pasodoble carnavalero, y no esa basura que no discrimina entre un terrorista y un autobús escolar.
No vengan a vender lo que no es suyo. Nos sobran ustedes y los que ya están, las dos caras de la misma falsa moneda. No queremos que nos regalen nada, nos basta con que no nos roben lo nuestro. Porque la identidad, el orgullo y la dignidad de ser andaluz no están en venta.