Conceder 100 días para evaluar el desempeño de un cargo público es una regla no escrita para que la capacidad o voluntad tras salvar la adaptación inicial. Por tanto, 7 días son ridículos para valorar si, en este caso, el traje de alcalde viene, o no, grande.
Sin embargo, y tras alguna declaración de intenciones positiva, llama la atención un anuncio del Sr. Millán que no es novedoso, ya que fue aplicado por el PSOE durante el mandato 2007-11 y ha sido reclamado desde entonces, como es la gestión por Diputación de la recaudación de impuestos municipales. Es decir, que el Ayuntamiento pague a Diputación para que recaude los impuestos de los jiennenses y después se los ingrese al Ayuntamiento.
En primer lugar, políticamente, sorprende el histórico empeño del PSOE por hacer a los Ayuntamientos subalternos de la Diputación, quizás debido a que crean que es el único bastión que no pueden perder. Pero, claro, hacerlo al mismo que se reclama la capitalidad de Jaén es tan de traca como cuando plantearon que todo el servicio de limpieza urbana y basuras fuera a Diputación. Es la tendencia habitual del PSOE de Jaén.
En segundo, y como gestor, es significativo. Recién elegido alcalde, se desprecian los servicios municipales, ya que en este momento el Ayuntamiento tiene un Servicio de Recaudación que habría que liquidar. Si lo va a hacer Diputación, y no gratis, ¿qué pasa con estos trabajadores? Pues la misma política que tras las privatizaciones del PP: pagar a una empresa, o Administración, para que haga un servicio, pagar las nóminas de sus trabajadores y el beneficio de la empresa, o Administración, y seguir pagando a los trabajadores municipales. Menuda gestión. Si se pretende ser más eficaz, se debería reforzar el servicio de recaudación para que los trabajadores municipales puedan hacer bien su labor. En cambio, se opta por lo fácil e ineficaz, eliminando servicios imprescindibles, a mayor coste, y subordinando el Ayuntamiento.
Un Ayuntamiento capaz, autónomo y que mejora la vida de sus vecinos tiene que poder sanear sus cuentas y ayudar a la ciudad, controlando sus ingresos y no aumentando los gastos. Y tiene la responsabilidad de gestionar los impuestos que sus vecinos le aportan, destinándolos al fin adecuado.
Renunciar desde el principio a gobernar la ciudad, dejando un servicio clave en manos de Diputación, envía la señal de que no hay plan ni imaginación para hacer algo nuevo en la Hacienda municipal. No hay Ayuntamiento fuerte, ni modelo propio ni autónomo.