GENA-Ecologistas en Acción ha alertado de la existencia de una cantidad importante de 'Rugulopterix okamurae', conocida como alga asiática, en el paraje natural de los acantilados de Maro-Cerro Gordo, situado entre Nerja (Málaga) y Almuñécar (Granada), cuyas consecuencias "serán funestas" para los ecosistemas marinos.
La asociación ha señalado este miércoles en un comunicado que la semana pasada submarinistas avisaron de la existencia en este paraje del alga asiática, una especie exótica invasora cuyo origen se encuentra en los mares del océano Pacífico que bañan las islas de Japón, donde fue descubierta por primera vez.
"Se cumple así la amenaza que muchos temíamos cuando el alga fue descubierta en el año 2015 en el Estrecho de Gibraltar", pues a partir de entonces se fue extendiendo por la costa de Cádiz, pero "luego se vio que no había impedimento biológico para meterse en las aguas mediterráneas".
Así, se detectó en diversos puntos de la Costa del Sol occidental y más recientemente en algunos puntos del litoral de Granada, como la Punta de la Mona, y en Almería.
"Era cuestión de tiempo, y muy poco, para que finalmente invadiera el paraje natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo", donde se ha encontrado en profundidades de entre 50 centímetros a 5 metros, justo en una zona de una rica biodiversidad, apunta GENA-Ecologistas en Acción.
En palabras del submarinista Alexis Terrón, "el alga asiática está asfixiando la fauna autóctona, llevando a la desaparición de algas rojas, pardas y verdes autóctonas, o su presencia testimonial; esponjas y otros invertebrados luchan por salir por encima del manto verde pardusco que domina la roca natural, las gorgonias mueren".
Actualmente se está investigando mejor su biología para ver sus "debilidades" y estudiar posibles formas de controlar esta invasión, así como posibles usos que hagan rentable la extracción masiva de esta alga, que fue declarada oficialmente como invasora el pasado año, indica la asociación.
Con las altas temperaturas se reproducen rápidamente y producen poblaciones muy extensas que luego el mar arroja a las playas produciendo gigantescos arribazones como los que se vieron en Ceuta, que perturban las interacciones ecológicas en estos ecosistemas marítimo-terrestres.
Además, estas algas se enredan en las redes de los pescadores, empeoran la calidad de los recursos pesqueros y de las playas turísticas y aumentan los costes de limpieza para los ayuntamientos.