De ilusiones también se vive. El malestar y la polémica continúan en cada una de las fiestas que El Puerto celebra, y el año acaba nada más que comenzar. La organización en una Cabalgata de Reyes debiera tenerlo todo atado y bien atado para que cualquier imprevisto sea saldado de las mejores de las formas.
Cuando en su mayoría intervienen niños, la seguridad ante todo debe estar sujeta más allá de las intenciones. Introducir cambios nada más acceder a un Ayuntamiento y el escaso o nulo bagaje de experiencia, hace que la mezcla sea el resultado final obtenido.
Críticas y valoraciones a cual más realista y ajustada a lo sucedido. La climatología anunciaba desde días previos lluvia, por lo que resulta cuanto menos previsible tomar ciertas medidas que no se tomaron. La improvisación y el no conseguir un plan B pueden llegar a jugar malas pasadas.
Eso en cuanto al posible desarrollo tardío e interrumpido de la Cabalgata, el mensaje y el calado de trasfondo es ante todo evitable e incomprensible.
Ajustar una fiesta con tanta tradición a unos patrones políticos es hacerlo, nuevamente, para unos pocos. La importancia radica en un día especial y como tal hay que tratarlo, por lo que politizar y menospreciar la imagen de lo que representa es intolerable.
La importancia y el respeto debieran ser para todos por igual. Ya se ha padecido lo que no hay que repetir. Ahora sí hay experiencia. Utilícenla y para bien.