Vecinos del barrio de La Merced están “desesperados” ante la situación de “inseguridad” que están sufriendo por la ocupación de viviendas embargadas por los bancos por “familias que no respetan la convivencia vecinal”.
Así lo denuncian la presidenta de la Asociación Vecinal ‘Unidos por La Merced’, Guadalupe Espinosa, y el vocal de Seguridad Ciudadana, Andrés Moya, que lanzan un S.O.S ante el malestar generalizado entre los vecinos del barrio. “La ocupación de las viviendas es una lacra que llevamos padeciendo muchos años. Estamos planteándonos presentar acciones legales contra los bancos, que se tienen que hacer responsables de esas casas y evitar que se ocupen. El Ayuntamiento tiene conocimiento de la situación”, dice Espinosa.
Alrededor de diez viviendas están ocupadas y en otras tres, la situación diaria que provocan los okupas quita el sueño a los vecinos. “Son familias de etnia gitana y traen el trapicheo de drogas. Son casas que no tienen ni luz ni agua, con los problemas de insalubridad que conlleva. Incluso se van al pilar de la fuente nueva de la plaza de La Merced y se ponen a lavar sus trapos. Son familias que incumplen los horarios, que no respetan la convivencia vecinal. En el barrio viven familias trabajadoras que necesitan unas mínimas condiciones de convivencia”, denuncian.
Pasear por La Merced es ver numerosas casas con las puertas de las viviendas selladas. Es la única solución que han encontrado los vecinos ante la inacción en el barrio. “Los okupas consultan en Internet qué casas son propiedad de los bancos y las eligen para meterse”, lamenta. Cada vez son menos las viviendas que se pueden ocupar en la zona, pero el día a día de los residentes es “insoportable”.
“Es una situación incómoda, que provoca inseguridad a los residentes y hay que darle una solución”, reivindican desde la Asociación, tras años de lucha vecinal sin ninguna respuesta. En 2017 ya se denunció la situación en las páginas de este periódico. “Sólo queremos vivir a gusto”, reivindican.
Los vecinos piden una solución efectiva, ya que está provocando que el barrio deje de ser atractivo como lugar de residencia, aún estando en pleno corazón del conjunto histórico y siendo rico en patrimonio monumental. “Es un problema social que también afecta a la imagen del barrio, cada vez más degradada”, terminan.