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"Cada vez que veo mi desahucio en televisión se me sube la tensión. No he podido ni asomarme por allí"

Antonia y su marido aún lo pasan mal viendo las imágenes de su violento desalojo en su casa de toda la vida de Caulina. Ahora viven de alquiler en un piso de Guadalcacín

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  • Antonia con sus hijas el día del desahucio. -

Ya ha pasado casi un año y medio pero ni Antonia ni su marido José Gutiérrez han sido capaces de asomarse “ni de lejos” por su casa de los Llanos de Caulina donde criaron a sus tres hijos y de la que fueron desahuciados  en una de las acciones más violentas que casi a diario se repite en televisión desde que el drama de los desalojos se convirtiera en la pesadilla de decenas de miles de familias del país. “Cada vez que veo las imágenes en televisión se me pone la tensión a 16.12, esta misma mañana (por el viernes) las he vuelto a ver otra vez. Desde que salí de allí de esa forma no la he vuelto a pisar, no podría. Se me parte el alma”, relata esta vecina de Caulina, que sabe por su cuñado que vive cerca que “ahora mismo no vive nadie” y que a  la persona que la adquirió “por una ganga” va de vez en cuando.


  Ahora reside en un piso de alquiler de dos habitaciones en Guadalcacín, con dos de sus tres hijos.  Paga 400 euros y la paga de invalidez de su marido apenas supera los 700, pero está agradecida porque su propietario les arrendó este piso que tenía vacío, ya que su traumático episodio de desahucio también le pasó factura a ella y a su familia a la hora de empezar una nueva vida. “Cuando pasó aquello, nadie me quería alquilar una  vivienda, estuve más de 15 días buscando, porque si la gente ve por televisión que te han echado de tu casa por no pagar cuando lo que ocurrió fue una estafa y una jugarreta del banco”.


Lamenta su “mala suerte” con los abogados de los que se rodeó para resolver sus problemas y no haber llevado a buen término un acuerdo para mantener los 4.700 metros de terreno heredado de sus suegros, su casa y varias naves. “Yo estaba pagando mi hipoteca cuando mi casa ya estaba vendida”, denuncia. Ni su marido ni ella piensan rendirse y aunque, como afirma, la querella criminal que han interpuesto contra la entidad bancaria no ha prosperado, piensan seguir adelante.


Junto con decenas de jóvenes de movimiento del 15-M y Stop Desahucios que ese fatídico día convocaron una protesta pacífica para evitar el desahucio, asegura que fue testigo de los “palos” que dieron casi una treintena de agentes antidisturbios en lo que se convirtió en una batalla campal. No ha cesado el contacto con este movimiento, pero tiene pocas esperanzas en que la fuerza empleada por los efectivos sea reprobada por un juez. “Son sordos, y se hacen los ciegos con todo lo que está pasando”. Hace un mes participó en la multitudinaria protesta convocada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y “siempre que me entero” suele acudir a las acciones reivindicativas que se convocan. Sabe que su caso desgraciadamente abandera la lucha  contra esta lacra por las crudas connotaciones que rodearon a un desalojo que se saldó con 12 detenidos, heridos y sobre el que un juez también tendrá que pronunciarse a medio plazo.

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